La ganadería es un pilar esencial del sector agroalimentario, pero también una de los responsables, en menor grado, de las emisiones de gases de efecto invernadero, en especial del metano.
Este gas, que se produce durante la digestión de los rumiantes, tiene un impacto climático significativo. Sin embargo, las innovaciones en nutrición animal están abriendo nuevas vías para mitigar el problema.
El impacto del metano en el medioambiente
El metano es un gas que contribuye al cambio climático con un potencial de calentamiento global 25 veces mayor que el dióxido de carbono.
En la ganadería, el 40% de las emisiones provienen de la fermentación entérica, un proceso natural en el que los rumiantes descomponen su alimento.
Las presiones medioambientales y regulatorias han impulsado la búsqueda de soluciones efectivas que permitan mantener la productividad ganadera mientras se reducen las emisiones.
Sobre los aceites esenciales en nutrición de rumiantes
Entre las soluciones más prometedoras destacan los aceites esenciales, compuestos naturales obtenidos de plantas como el tomillo, el orégano o el eucalipto.
Estos aditivos actúan modulando la microbiota ruminal, disminuyendo la actividad de los microorganismos responsables de la producción de metano.
Diversos estudios han demostrado que la inclusión de aceites esenciales en los piensos puede reducir las emisiones hasta en un 20%, sin comprometer el rendimiento del animal. Además, tienen propiedades antimicrobianas y antioxidantes, lo que mejora la salud general del ganado.
Entre estas investigaciones, encontramos varias iniciativas del IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria), tal como BEEFMETAREDUCTION.
Dicho proyecto “permite aplicar estrategias nutricionales para minimizar las emisiones de metano entéricas en la producción de carne y reducir los gases de efecto invernadero” y tiene por objetivo “implementar diversas estrategias nutricionales para reducir las emisiones de metano entéricas en la producción de ternera”.
“BEEFMETAREDUCTION propone dos estrategias clave. En primer lugar, la sustitución de aceites tradicionales por fuentes sostenibles. Este enfoque busca sustituir el aceite de palma, comúnmente utilizado, por otras fuentes locales y sostenibles como el aceite de girasol o colza, así como alternativas como el aceite de camiseta o de insectos. Este cambio no sólo reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también evita el uso de ingredientes como el aceite de palma, cuya producción está relacionada con la deforestación reduciendo la huella ambiental”, expone el IRTA.
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