Eficiencia Nutricional en el Contexto de la Producción Sostenible y Aprovechamiento de Recursos
La eficiencia nutricional se refiere a la capacidad de un animal para convertir los nutrientes ingeridos en productos alimentarios útiles, tales como carne, huevos o leche. Es un indicador clave de la efectividad del programa nutricional y de la utilización de los recursos alimentarios.
» Una alta eficiencia nutricional significa que los animales están usando la mayor parte posible de los nutrientes disponibles en el pienso para el crecimiento, la producción y el mantenimiento corporal. |
La presencia de factores antinutricionales (FAN) dificulta o inhibe la asimilación de nutrientes, afectando de manera negativa la eficiencia nutricional.
Los FAN, dependiendo de su concentración en el ingrediente o en el pienso, interfieren con la utilización de nutrientes de varias formas (Mateos, G.G. 2019):
⇒ Reducción de la digestibilidad mediante formación de complejos con determinados nutrientes.
⇒ Daños en la mucosa digestiva.
⇒ Reducción de la eficiencia digestiva.
⇒ Depresión del consumo y de crecimiento.
⇒ Efectos sobre la salud y estado sanitario del animal.
Se hace evidente que la presencia de los factores antinutricionales tiene un impacto directo negativo sobre la salud intestinal y la capacidad del animal de extraer de manera eficaz los nutrientes de la ración. |
En función de cómo se gestione este aspecto tendrá un impacto en el resultado económico de nuestra producción, así como en la sostenibilidad y el buen aprovechamiento de recursos disponibles.
Uno de los componentes con efecto negativo sobre la salud intestinal y el desempeño nutricional son los β-mananos presentes en cereales, leguminosas, oleaginosas. |
» Los betamananos son, después del xilano, los polisacáridos hemicelulósicos más abundantes de la naturaleza (McCleary, 1988).
Los betamananos son compuestos inmunógenos, considerados como potentes factores antinutricionales que afectan negativamente la producción, disminuyendo la rentabilidad (Anderson et al., 2008).
Figura 1. Estructura molecular del betamanano
El organismo los reconoce como patrones moleculares asociados a patógenos (respuesta PAMPs) por presentar en su estructura, moléculas similares a las presentes en la pared celular de algunos patógenos (Stahl & Ezehowitz, 1998).
A estas pérdidas de energía, se suman procesos inflamatorios a nivel intestinal, conllevando a un incremento del riesgo de pérdida de la integridad intestinal y mayor susceptibilidad a posibles disbiosis e infecciones.
Los betamananos se clasifican con ANF termoestables, lo que significa que no se desactivan mediante procesos térmicos. La herramienta de elección serían enzimas capaces de desdoblar los enlaces Beta de los betamananos.
No obstante, se debe tener en cuenta que no todas las enzimas diseñadas para hidrolizar los polisacáridos no amiláceos tendrán la capacidad de neutralizar la Respuesta Inmune Inducida por los Alimentos (RIIA) en este caso por la presencia de los betamananos. |
El primer condicionante es la garantía de estabilidad de la enzima durante procesos de granulación y almacenamiento. Otros objetivos críticos consideran la necesidad de obtener un compuesto enzimático específico al sustrato, asegurando su correcta actividad bajo condiciones intestinales características para un animal monogástrico.
» Un factor importante a considerar es el pH óptimo, tanto para la enzima como para el sustrato que ataca.
Hemicell® muestra una alta actividad enzimática a medida que va aumentando el pH intestinal, lo que le permite incrementar el número de ciclos de hidrólisis y por lo tanto la eficacia. |
La presencia de hemicelulosa en la dieta se relaciona también con el aumento de viscosidad del bolo digestivo, hecho que dificulta la extracción de agua y nutrientes hidrosolubles, al mismo tiempo que aumenta la incidencia de camas húmedas. |
» Una vez que el bolo digestivo pasa por el íleon hacia el intestino grueso, se disminuye significativamente la digestión por enzimas endógenas, sin embargo, se mantiene actividad de enzimas microbianas en el intestino grueso, que forman los ácidos grasos volátiles (AGV). Estos pueden ser bien absorbidos en el intestino grueso.
Al descomponer las hemicelulosas, se generan azúcares simples y otros compuestos que estas bacterias pueden metabolizar fácilmente, promoviendo un equilibrio microbiano saludable en el intestino.
⇒ Esto se traduce en un mejor estado de salud general y rendimiento productivo de los animales. |
La inclusión de Hemicell® en la dieta de animales monogástricos permite aprovechar mejor los recursos alimentarios, un hecho particularmente importante en situaciones donde las materias primas incrementan el precio o su disponibilidad es limitada.
Considerando que las betamananasas nos permiten redirigir hasta un 3% de la energía de la dieta hacía crecimiento y producción en lugar de ir a procesos inflamatorios y respuesta inmune, por lo que resulta sumamente interesante suplementar con enzimas específicas, para mejorar la rentabilidad y sostenibilidad de producción animal.
Conclusión
El uso de hemicelulasas para hidrolizar componentes antinutricionales y poco digestibles representa una herramienta valiosa en la nutrición animal.
» Al mejorar la digestibilidad y crear un sustrato más adecuado para las bacterias saprofíticas, estas enzimas no sólo mejoran la eficiencia alimentaria, sino que también promueven la salud intestinal y el bienestar general de los animales.
Para los nutricionistas y el personal técnico, la inclusión de hemicelulasas puede significar una diferencia significativa en el rendimiento y la sostenibilidad de la producción animal. |
Referencias
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G.G. Mateos, et al. (2019) XXXV Curso de especialización FEDNA. Factores nutricionales de los ingredientes y su impacto en alimentación de aves y porcino
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Barry V. McCleary. Methods in Enzymology, Volume 160, 1988, Pages 596-610
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Anderson, D.M., Hsiao, H.-Y., and Dale N.M. 2008. “Identification of an Inflammatory Compound for Chicks in Soybean Meal-II.” Poultry Science 2008; 87: 159.
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Stahl P.D., Ezekowitz R.A.; Curr. Opin. Immunol. 1998 Feb;10(1):50-5
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Annison G., Choct M., World’s Poultry Science Journal, Vol 47, November 1991
PM-ES-24-0476