INTRODUCCIÓN
Los hongos toxicogénicos utilizan los alimentos de uso animal y humano como sustrato, y producen micotoxinas, metabolitos secundarios de bajo peso molecular y alta toxicidad (Zain, 2011). Particularmente son los granos y concentrados de origen vegetal los sustratos ideales para su crecimiento (Yiannikouris y Jouany, 2002).
La colonización de los granos por hongos puede ocurrir antes de la cosecha, o posteriormente, durante el almacenamiento.
Las micotoxinas a su vez se pueden producir tanto en la fase de crecimiento exponencial del hongo como durante la fase estacionaria, y representan un riesgo importante para la salud animal, y humana (Bullerman y Draughon, 1994). En los humanos, la intoxicación puede darse por consumir alimentos de origen vegetal contaminados y también por ingerir alimentos provenientes de animales que, a su vez, consumieron alimentos contaminados (WHO, 2018). |
EFECTOS EN LOS RUMIANTES
Los principales géneros toxicogénicos que contaminan los granos destinados a los rumiantes son Fusarium, Aspergillus y Penicillium (Bonifaz, 2012). |
La zearalenona tiene una configuración molecular tridimensional similar al estradiol, por lo que puede ocupar los receptores de éste, estimulándolos actuando entonces como disruptor endócrino en machos y hembras de diferentes especies animales (D’Mello et al., 1999, Haschek et al., 2002).
En machos, se observa un síndrome de feminización y la disminución de los niveles de testosterona, del peso testicular, de la espermatogénesis y de la líbido (Zinedine et al, 2007). |
Las aflatoxinas son hepatotóxicas, inmunosupresoras, mutagénicas, teratogénicas y carcinogénicas en todas las especies incluyendo el hombre (Zain, 2011), siendo una de ellas, la aflatoxina B1, el agente carcinogénico natural más potente que se conoce (Coppock et al., 2018).
En la tabla 1 se resumen los principales efectos observados por el consumo de micotoxinas en rumiantes, reportados por Gallo et al. (2015) en un trabajo de revisión, constatándose que la información es relativamente escasa y poco contundente, aspecto que los autores resaltan. |
Tabla 1. Principales efectos en rumiantes de las micotoxinas observados en trabajos experimentales o de campo (resumido de Gallo et al., 2015)
Más allá de acciones específicas sobre tejidos u órganos, las micotoxinas raramente producen intoxicaciones agudas y la |
INICIO DE LA CONTAMINACIÓN Y CONDICIONES DE DESARROLLO
Los hongos pueden desarrollarse en los alimentos sin necesariamente producir micotoxinas, pero frente a ciertos factores estresantes, las sintetizan. Así, condiciones climáticas extremas de sequía o humedad, la presencia de granos dañados, o el mal manejo de la cosecha o el almacenamiento, son factores que desencadenan estrés y con él, la producción de micotoxinas (Whitlow y Hagler, 2005). |
La contaminación de hongos en los granos (y por lo tanto la concentración de micotoxinas) no es uniforme, siendo habitual que, en las partidas, en los silos u otros sitios de almacenamiento, aparezcan sectores más contaminados que otros, a modo de “focos de acumulación” (Food Safety authority of Ireland, 2009) y aún que existan diferencias entre granos de una misma partida (Tittlemier et al., 2022).
Es importante tener en cuenta estas variaciones cuando se realizan muestreos de granos para detección de micotoxinas: durante el muestreo se debe seguir un protocolo específico para el tipo de material y almacenamiento, extrayendo material de varias zonas, contemplando las diferentes profundidades y alturas. |
Estos hallazgos nos abren una perspectiva nueva sobre posibles ventajas de utilizar granos con altos contenidos en taninos para elaborar ensilajes, al menos en ambientes con alto riesgo de contaminación fúngica.
Una característica de las micotoxinas es su resistencia a los tratamientos de procesado de alimentos. Resisten el secado, la molienda y son muy estables térmicamente, por lo que el cocinado difícilmente las elimina (Kabak, 2009). Todo lo anterior hace muy difícil su control, y los nutricionistas saben que cuando se trata de controlar micotoxinas, “todo es poco” en cuanto a prevención. |
IDENTIFICACIÓN Y CUANTIFICACIÓN
Para la identificación y cuantificación de los hongos toxicogénicos contaminantes de alimentos históricamente se realiza el aislamiento y la identificación morfológica según sus características fenotípicas. En estos métodos las colonias desarrolladas de los cultivos aislados de alimentos son contadas y transferidas a medios específicos para su identificación bajo microscopio óptico por sus características micro y |
Estos métodos son muy laboriosos, requieren de gran experiencia y entrenamiento y además insumen mucho tiempo. Actualmente se cuenta con métodos moleculares basados en PCR para la identificación y la cuantificación, que evitan los problemas planteados anteriormente. |
Para determinar y cuantificar concentraciones de micotoxinas en alimentos se pueden realizar diferentes métodos de inmunoensayos y cromatográficos (Diaz y Smith, 2005). Las técnicas cromatográficas como la cromatografía en capa fina (TLC), la cromatografía líquida (HPLC), la cromatografía líquida de ultra resolución (UHPLC) y la cromatografía líquida – espectrometría de masa (LC-MS).
Este último método LC-MS se está desarrollando ampliamente, por su gran potencial para evaluar grandes cantidades de muestras y simultáneamente diferentes micotoxinas (Krska et al., 2008). Otra metodología actualmente utilizada es una técnica combinada e integrada inmunocromatográfica rápida.
Este método combina anticuerpos en una única tira de membrana, permitiendo así la detección de diversos analitos en tan solo minutos. Requiere de un equipo portátil de cromatografía de flujo lateral, que permite determinar concentraciones de un amplio rango de micotoxinas en los propios establecimientos.
CONTROL + PREVENCIÓN
Para controlar y prevenir la contaminación por hongos toxicogénicos y micotoxinas en alimentos el manejo debe comenzar en el campo, ello incluye el tipo de siembra, variedad de cultivo, control de malezas, riego y rotación de cultivos (Edwards, 2004). Debido a que los factores climáticos no pueden ser controlados y éstos influyen sobre el desarrollo de hongos y micotoxinas, las medidas utilizadas en el campo muchas veces no son eficientes y se debe actuar en la cosecha y almacenamiento.
En la cosecha se debe evitar el daño del grano, ya que predispone a la contaminación por hongos y micotoxinas. Ya en el almacenamiento puede ser posible el control de la humedad y
temperatura de modo que se pueda disminuir el riesgo de contaminación (Shapira & Paster, 2004). El medio ácido y la actividad hídrica baja son formas eficaces de controlar e inhibir el crecimiento bacteriano. Sin embargo, los hongos pueden crecer en una gama más amplia de condiciones fisicoquímicas que la mayoría de las bacterias.
En productos alimenticios, los hongos proliferan bajo rangos de pH de entre 2 y 9, con actividades hídricas de 0,61 a 0,99 (Snyder et al., 2019). También en el almacenamiento se pueden utilizar sustancias inhibitorias del crecimiento fúngico, pero éstas no actúan sobre el contenido de micotoxinas si ya existiera. |
Cuando los alimentos están contaminados por micotoxinas una de las estrategias utilizadas para su control es la aplicación de agentes secuestrantes. Estas sustancias son polímeros inorgánicos u orgánicos de gran peso molecular que reducen la absorción en el tubo digestivo de |
Referencias:
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