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Entrevista al Dr. Botana

Catedrático en el Departamento de Farmacología, Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Santiago de Compostela – USC. Con 300 artículos publicados, 22 patentes, 12 libros editados y 45 tesis doctorales dirigidas, es además el coordinador del grupo de investigación Farmatox (Toxinas marinas: Mecanismos de Transducción, usos terapéuticos y métodos de detección) del Campus Terra de la USC.


Las micotoxinas son contaminantes naturales con alta presencia en alimentación animal y humana. ¿Por qué debe preocuparnos su gran presencia?

Por que su efecto raramente se manifiesta de forma aguda y, salvo en casos excepcionales, sus manifestaciones tóxicas aparecen tras largos periodos de tiempo, por lo que a veces es difícil establecer el nexo causa-efecto. En el caso de alimentos para animales los controles que exige la legislación son menos exhaustivos que para personas, y es más fácil detectar intoxicaciones agudas.

Según su criterio, ¿Qué factores son los que provocan que su prevalencia no disminuya?

Hay algunas evidencias de que el cambio climático aumenta mucho la distribución de los hongos que producen micotoxinas.

Sin embargo, el comercio internacional aumenta la cantidad de puntos de suministro conflictivos, y a esto se suma la forma de transporte, en general en barcos, que combinan dos elementos peligrosos, la humedad y el calor, que facilitan el crecimiento de los hongos.

El cambio climático aumenta mucho la distribución de los hongos que producen micotoxinas

El cambio climático no lo relacionábamos de manera directa con la seguridad alimentaria y este es ahora un aspecto muy importante. ¿Cuál es su opinión? ¿Cree que el cambio climático nos comportará más incidencia de este tipo de toxinas en nuestra cadena alimentaria?

El cambio climático es no sólo un aspecto importante relacionado con las micotoxinas, si no con la seguridad alimentaria en general.

Hemos detectado en los últimos años la presencia de toxinas marinas nuevas en el sur de Europa, y desde luego el aumento de CO2 está relacionado con el aumento del crecimiento de algunos hongos.

Aunque la ecología de estos hongos no se conoce lo suficiente como para establecer modelos predictivos a 20 o 30 años, sí está claro que p. ej. el crecimiento de Aspergillus o Fusarium se prevé mayor y que se extienda mucho hacia el norte de Europa en próximos años.

Sin ninguna duda el cambio climático acentuará el riesgo de micotoxinas globalmente.

 

¿Cree que los avances científicos realizados hasta ahora cubren plenamente con las demandas de la seguridad alimentaria que el mercado nos exige?

Claramente no, hay dos grandes problemas pendientes, uno es la disponibilidad de métodos de detección rápidos y fiables para muestreos masivos (un ejemplo claro son los silos receptores de las cargas de barcos, es prácticamente imposible analizar el contenido de toxinas de forma representativa), y el otro es avanzar en los estudios de toxicidad, tanto crónica como farmacocinética.

Hay varios autores que están reevaluando la información ya publicada y que cuestionan muchos de los trabajos disponibles.

En su grupo de investigación Farmatox, ¿Qué líneas de trabajo están desarrollando para crear nuevos sistemas de eliminación de estas toxinas?

Nuestro grupo de investigación, Farmatox, lleva bastantes años trabajando sobre toxinas acuáticas, y sólo desde hace unos años hemos empezado a estudiar las micotoxinas. Esto se debe entre otras cosas que nuestra spin-off (www.cifga.com) acaba de empezar el programa de calibrantes certificados de micotoxinas bajo el estándar ISO 17034 (única empresa en España que ofrece patrones analíticos bajo este estándar).

La eliminación de micotoxinas se aborda en la actualidad mediante secuestrantes que permanecen en el alimento que consume el animal, y nuestra apuesta es por utilizar sustancias o partículas que se puedan eliminar y no se incorporen al alimento.

Por eso hemos desarrollado las nanopartículas magnéticas, que sí se pueden eliminar mediante un simple imán de neodimio.

¿En qué consiste la utilización de compuestos basados en estructuras híbridas magnéticas – nanopartículas – para la extracción de toxinas?

Son nano, o micropartículas que tienen superficies de diferente composición química para poder captar las micotoxinas que interesen, y su núcleo es magnético, lo que permite que se puedan eliminar mediante la aplicación de un imán.

La ventaja que ofrece esta tecnología es que la micotoxina realmente se elimina del alimento, y que la aplicación de las partículas es muy sencilla, ya que consiste en añadirlas al alimento, y retirarlas magnéticamente.

Esta tecnología permite que la micotoxina realmente se elimina del alimento

¿Cuáles van a ser sus aplicaciones dentro del amplio sector de la seguridad alimentaria en alimentación animal?

Sirven para eliminar micotoxinas, pero también toxinas de agua dulce (de cianobacterias), especialmente de medios líquidos.

En los medios sólidos es necesario utilizar partículas de tamaño grande, visibles a simple vista, para que se puedan eliminar fácilmente, y en este caso es más práctico tamizar que utilizar un imán.

Después del desarrollo de este método de adsorción de micotoxinas ¿cuáles van a ser sus futuras líneas de investigación en este ámbito?

Estamos haciendo un esfuerzo grande en la identificación de toxinas emergentes y enmascaradas (precursores de toxinas o toxinas unidas a macromoléculas que luego se liberan en el organismo).

Hasta el momento la información que tenemos indica que hay muchas toxinas en la mayoría de las matrices que estudiamos.

Finalmente, ¿cuál cree Ud. que podría ser la mejor estrategia para combatir al máximo la presencia de micotoxinas en materias primas y piensos? ¿Qué métodos de prevención y eliminación aconsejaría realizar?

La mejor estrategia es eliminar las toxinas desde el origen del cultivo, y prestar una atención muy especial a la forma de transporte, sobre todo en el comercio internacional.

Hay países cálidos y húmedos que tienen problemas graves de micotoxinas, pero otros que teóricamente son de bajo riesgo pero que generan el riesgo durante el transporte, o durante el almacenamiento.

En general, el problema de las micotoxinas es creciente, y creo que será cada vez más difícil de controlar.

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