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Retos medioambientales en la formulación de piensos

Escrito por: Ignacio Ortolani - Veterinario y Nutrólogo en Royal Agrifirm Group.

Uno de los desafíos más significativos que enfrentan las industrias es el impacto medioambiental de sus actividades, el que genera una creciente preocupación en la sociedad. Esta inquietud se refleja en la creación de nuevas normativas orientadas a mitigar, controlar y regular el daño medioambiental. 

La industria ganadera es una de las más señaladas y sobre la que se ha ejercido una fuerte presión, lo que ha generado un escenario de alta incertidumbre para la producción futura. 

Ejemplos de esta influencia legislativa incluyen la reducción del porcentaje de proteína bruta para evitar la excreción de nitrógeno, la prohibición del uso de óxido de zinc a dosis terapéuticas, y la negativa a utilizar materias primas provenientes de zonas deforestadas.

 

La alimentación es la principal fuente de impacto en la ganadería, generada desde el consumo de combustibles fósiles para su obtención y transporte, la fermentación entérica, hasta la excreción de fósforo y nitrógeno al medio ambiente, entre otras. 

 

El efecto que logremos al controlar esas emisiones a través de diferentes estrategias serán fundamentales y de gran impacto en el balance final de la granja

Sin embargo, a menudo estas estrategias no consideran su influencia en el rendimiento animal o cómo, al mejorar una categoría de impacto, otras pueden empeorar.

El método oficial de la Comunidad Europea para evaluar y comunicar el impacto medioambiental de productos relacionados con la nutrición animal es la Huella Ambiental de Producto (HAP), un análisis del ciclo de vida que evalúa 16 categorías de impacto bajo un mismo criterio. 

 

En él se estudia de manera estandarizada el comportamiento medioambiental de un producto respecto a otro de referencia, generando un valor que nos permitirá clasificarlo ecológicamente

Para entender cómo una estrategia de mejora en una categoría puede afectar a otras, se realizó un estudio por Nevedi en 2023, que mostró cómo forzar la mejora en una categoría puede perjudicar a otras. 

Las cuatro categorías analizadas fueron: 

Cuando se simulan dietas orientadas a reducir la producción de CO2 (limitadas a una mejora del 25% respecto a un programa estándar), esta mejora se acompaña de un menor uso de materias primas destinadas a la alimentación humana, una menor utilización de soja y palma, y un mayor empleo de productos de origen local. Sin embargo, esto también genera un aumento en los costos (3,3 € por cerdo) y una mayor liberación de fósforo (P) al medio ambiente.

 

El escenario en el que se restringe el uso de materias primas en competencia con el consumo humano (reducción del 25% en este tipo de materias primas) tiene importantes repercusiones éticas y sociales, pero también empeora en términos medioambientales. El resultado sería un menor uso de fuentes locales, mayor uso de soja y palma, incremento de la producción de CO2, N y P, y un aumento de los costos por cerdo (5,6 €).

Si se intenta eliminar soja y palma de las dietas porcinas sin modificar otros nutrientes claves (como lisina y proteína bruta), esto sería imposible para los piensos de primeras edadesPara las demás fases, aunque se lograría reducir la producción de CO2 y aumentar el uso de productos locales, se incrementaría la excreción de fósforo y nitrógeno, y los costos por cerdo aumentarían en más de 6 €.

Finalmente, cuando se busca reducir la excreción de nitrógeno a través de la utilización de fuentes de proteína más digestibles en comparación con una dieta estándar, se logra reducir la excreción de fósforo y las emisiones de CO2. No obstante, el uso de soja y materias primas de consumo humano aumenta, se reduce la utilización de productos locales, y los costos por cerdo aumentan en 4 €.

 

Como opción secundaria a las materias primas más utilizadas, disponemos de fuentes alternativas y/o subproductos de la industria (plasma porcino, guisantes, harina colza, girasol, DDGS, pulpa de remolacha, entre otras) que generan un impacto ambiental directo menor. 

Esto se debe a que su producción suele ser local, lo que reduce el impacto asociado al transporte. Además, estas fuentes suelen estar libres de deforestación, y en el caso de los subproductos, su impacto ambiental se diluye al integrarse con el producto principal del cual provienen.

 

A la hora de reemplazar una materia prima, es fundamental conocer su composición nutricional, ya que las alternativas suelen tener una composición más variable y pueden contener sustancias no deseadas, como factores anti-nutricionales o micotoxinas.

 

Aunque con dos materias primas se logren cumplir los niveles de los parámetros más importantes, como proteína, grasa o fibra, la calidad de estas puede ser diferente, lo que afectaría los rendimientos productivos de los animales

En el caso de la proteína, su valor real está determinado por su perfil aminoacídico, siendo la cantidad de lisina (el primer aminoácido limitante en la producción porcina) el factor principal a considerar al elegir la fuente proteica.

Entre ellos, Shuai et al. (2023) observaron un empeoramiento de los resultados productivos cuando el 50% de la soja fue reemplazada por colza (índice de conversión 1,63 vs 1,85). Sin embargo, no se observaron diferencias cuando la colza fue tratada para reducir los factores anti-nutricionales (fermentación). Por otro lado, cuando el reemplazo fue por harina de girasol, la conversión empeoró en un 5% y el peso final disminuyó un 1,2% (Povod, 2022).

Desde Agrifirm, ofrecemos un sistema portátil de análisis de materias primas (NIR), que se integra directamente al programa de formulación. 

Con nuestra experiencia en formulación balanceamos la incorporación de subproductos y fuentes alternativas a niveles que permitan el mayor rendimiento al menor costo.

 

A través de una valoración medioambiental de cada materia prima, podemos utilizar esa información para informar el impacto que tendrá esa fórmula y/o utilizarla como un criterio de formulación y limitar su valor. 

Además con nuestro dispositivo de NIR portátil, podemos hacer mediciones de los piensos consumidos, permitiéndonos detectar desviaciones directamente en granja, que puedan estar afectando el rendimiento. 

 

CONCLUSIONES

Las preocupaciones medioambientales actuales han generado un nuevo escenario en la producción, donde el conocimiento y la implementación de medidas para mitigar el impacto son esenciales. 

 

Es importante realizar un análisis integral para evitar penalizar una categoría de impacto al tratar de mejorar otra y contar con esta información para poder comunicar de forma correcta y clara. 

La nutrición juega un papel clave en cuestiones medioambientales, tanto por su alta contribución como por su capacidad para moderar el impacto. 

 

Las estrategias de reemplazo de materias primas con mejor valor medioambiental sólo serán efectivas si se conoce su alcance, composición y si se emplean tratamientos que mejoren su valor (como los tratamientos enzimáticos y fermentativos).

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