INTRODUCCIÓN
Debido al creciente aumento en la población mundial, sumado a la disminución de la cantidad de tierras aptas para el cultivo agrícola, los investigadores se han planteado la necesidad de encontrar nuevas fuentes de proteínas de alta calidad, bajo costo y que abastezcan las necesidades humanas y animales. La cría de insectos para la nutrición animal ha sido sugerida como una buena alternativa a la ganadería convencional para una futura producción de alimentos (Jansson & Berggren, 2015).
En algunas producciones animales, los insectos forman parte de las dietas, ya sea en forma de harina entera o desgrasada, aceites, larvas deshidratadas o vivas.
El contenido de proteína bruta de las harinas es alto, entre 42 y 63%, como así también el contenido de aminoácidos esenciales y su digestibilidad.
Sumado a esto, vale agregar que la palatabilidad de estos alimentos alternativos es alta para los animales, pudiendo llegar a reemplazar en algunas especies entre el 25 y 100% de la harina de soja (Makkar et al., 2014).
La FAO (van Huis et al., 2013) estima que los insectos comestibles forman parte de la dieta de al menos dos mil millones de personas alrededor del mundo, abarcando unas 1900 especies distintas.
Entre las harinas de insectos más estudiadas y utilizadas como reemplazo proteico en alimentos para humanos se encuentran el grillo doméstico (Acheta domesticus), las larvas de moscas soldado negra (Hermetia illucens) y los gusanos de la harina (Tenebrio molitor) (Makkar et al., 2014).
La ventaja que posee este sistema de biodegradación por insectos benéficos es que es sumamente rápido (de cuatro a 27 días, dependiendo la especie), comparado con otros métodos tradicionales como son el compostado y aquellos que utilizan la digestión aeróbica o anaeróbica (Čičková et al., 2015).
LA OPORTUNIDAD DE UTILIZAR LOS RESIDUOS AGROPECUARIOS
La gestión de los residuos agropecuarios es de suma importancia para la sanidad de las explotaciones. Por sí mismos, estos residuos son fuente de agentes potencialmente patógenos, aumentando el riesgo sanitario a nivel de las mismas.
La materia orgánica, al descomponerse, pasa por fases aeróbicas y anaeróbicas, produciéndose gases y hedores que colaboran con la contaminación atmosférica, a la que se suman la contaminación de suelos y aguas (Godoy, 2012).
Debido a la elevada cantidad de materia orgánica, estos residuos son portadores de un gran número de microorganismos, como:
Muchos de ellos, patógenos que, al encontrarse con condiciones favorables, se multiplican, transformándose en fuentes de contaminación adicionales.
La materia fecal, los restos cadavéricos y de comida son los medios ideales para el desarrollo de vectores como moscas, roedores y aves que viven del material en descomposición y,
Es común que estos residuos potencialmente patógenos se traten por medio de compostado o incineración, o directamente depositados en vertederos (Kim et al., 2021).
Ya que muchos insectos se alimentan de residuos orgánicos de manera natural incorporando a sus organismos los nutrientes presentes en estos, su cría dirigida resulta una oportunidad de reciclaje en la gestión de residuos (Čičková et al., 2015).
En los últimos años, la mosca soldado negra ha llamado la atención de los investigadores por su potencial a contribuir a la economía circular debido al manejo de los residuos y a la producción de proteína (Nguyen et al., 2015; Tschirner & Simon, 2015; Walter et al., 2020).
LA MOSCA SOLDADO NEGRA
Estos insectos poseen un comportamiento gregario y la presencia de sus larvas en residuos orgánicos de origen animal suprime la presencia de otros insectos, como la mosca doméstica (Sheppard, 1983).
En el caso de los estiércoles, las larvas de estas moscas, además de la biodigestión, tunelizan el sustrato, produciendo una aireación, mejorando su estructura (Beard & Sands, 1973).
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