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Las pasturas templadas: base alimenticia de la mejor calidad

Escrito por: Cecilia Cajarville , José Luis Repetto - DMTV, PhD, Prof Titular Facultad de Veterinaria, Udelar
Las pasturas templadas, representadas principalmente por gramíneas C3, leguminosas, y sus mezclas tienen cualidades innegables para ser utilizadas en la alimentación de rumiantes, incluso aquellos de leche o carne de alto potencial productivo.

 

Además del bajo costo relativo cuando se producen y cosechan eficazmente, y la potencialidad de contribuir a aspectos del bienestar animal (Mee y Boyle, 2020), poseen ventajas claras del punto de vista de los productos de origen animal que generan. 

Por ejemplo, es conocido el aumento de ácidos grasos beneficiosos para la salud humana tanto en leche (Vibart et al., 2008; Morales-Almaraz et al., 2010; Mendoza et al., 2016a; Pastorini et al., 2019; Santana et al., 2023) como en carne (Cabrera y Saadoun, 2014; Fernández-Turren et al., 2020). 

Por otra parte, cuando se consumen en su momento óptimo poseen características nutricionales de gran valor.

Por ejemplo, proporcionan fibra en cantidad y de buena calidad, permitiendo combinar alta digestibilidad con un adecuado funcionamiento ruminal (Bargo et al., 2002; Vibart et al., 2010; Cajarville et al., 2015; Mendoza et al., 2016b; Félix et al., 2017). 

Algunas características de sus componentes químicos

La proteína de este tipo de forraje se caracteriza por ser altamente soluble y de muy rápida degradación (Sauvant et al., 1995; Cohen, 2001; Repetto et al., 2005), dando como resultado altas concentraciones instantáneas de amonio en el rumen (Nápoli y Santini, 1988; Cajarville et al., 2006a)., que los microorganismos podrán utilizar para fabricar su propia proteína, siempre y cuando cuenten con una fuente de carbohidratos que acompañe en velocidad de fermentación. 

Cuando esto último no sucede, la baja utilización de los compuestos proteicos en el rumen puede resultar en un desperdicio y un factor potencialmente contaminante (Ledgard et al., 1999; Totty et al., 2013). En sistemas de base pastoril, este desperdicio es difícil de evitar sin atentar contra la producción, ya que justamente cuando las pasturas tienen mejor calidad poseen más compuestos nitrogenados degradables.

De hecho, uno de los retos que enfrentamos cuando las dietas contienen una alta proporción de pasturas de alta calidad es lograr un aprovechamiento adecuado de los compuestos proteicos.

 

En la literatura se reportan numerosos intentos para bajar la degradación ruminal de los compuestos nitrogenados de las pasturas utilizando herramientas como los taninos que tienen la cualidad de precipitar proteínas y transformarlas en proteína de pasaje (Orlandi et al., 2015; Pozo et al., 2022), a lo que se suma su potencial para reducir las emisiones de metano (Naumann et al., 2017), aunque tienen como desventaja la baja palatabilidad. 

Una posible estrategia para aprovechar los compuestos nitrogenados de la pastura es el manejo de los horarios de pastoreo.

El ingreso en horas de la tarde, cuando las pasturas tienen más azúcares y menos humedad, tiene dos ventajas:

Aportar carbohidratos fermentables al exceso de proteínas de alta degradación para la síntesis de proteína microbiana en el rumen, reduciendo así la excreción de N (Berthiaume et al., 2006; Kokko et al., 2013; Pozo et al. 2022) 

Aumentar el consumo de materia seca de la pastura, tanto por mejora en la palatabilidad dada por los azúcares, 

como por un menor contenido de humedad (Huntington y Burns, 2007; Pozo et al. 2022). 

La cantidad de azúcares y otros carbohidratos de rápida fermentación es variable para las distintas especies herbáceas y su acumulación depende de las horas luz, en general representa entre un 5 y un 10 % de la MS, concentración nada despreciable si los consideramos un “aditivo natural” para potenciar la fermentación ruminal.

Por otra parte, la degradabilidad ruminal de las fracciones fibrosas de este tipo de pastura es del orden del 50-60% (Cajarville et al., 2006a; Cajarville et al., 2012), valores altos considerando que se trata de las porciones menos degradables de los forrajes.

La calidad de la fibra es un aspecto trascendente cuando alimentar a base de pasturas se trata.  

En un trabajo clásico pero aún de mucha actualidad, Oba y Allen (1999) comunican que cada unidad de incremento de la digestibilidad de la FDN del forraje se asocia con incrementos de 170 g de consumo de MS y 250 g de leche, dando argumentos para afirmar que la evaluación in vitro o in situ de la calidad (digestibilidad, o degradabilidad) de la fibra debería incluirse en planes y dietas forrajeros. 

¿Y cómo es el ambiente ruminal de animales consumiendo pasturas de alta calidad?

Consistente con la elevada fermentación de los componentes químicos, el consumo de pasturas templadas de alta calidad resultará en concentraciones también elevadas de ácidos grasos volátiles (AGV) en el rumen.  

En experimentos realizados por nuestro equipo con animales consumiendo exclusivamente praderas, la concentración media de AGV fue de 95 Mmol/ml de líquido, con picos máximos de 130 Mmol/ml luego de 4 horas del comienzo de la ingesta (Cajarville et al., 2006b), y con altas proporciones de ácido propiónico. 

El ambiente ruminal de animales consumiendo pasturas de buena calidad contrasta con el clásicamente reportado en la bibliografía para dietas forrajeras ricas en celulosa y pobres en almidones y azúcares,, con contenidos de proteína mucho más bajos, que resultan en bajas producciones de proteína microbiana y de AGV, con una elevada proporción de acetato dentro de los AGV (Church, 1993; Van Soest, 1994).

En general, esto ambientes ruminales de dietas forrajeras de los textos clásicos son producto del uso de forrajes maduros, con especies tropicales (a base de gramíneas C4) o reservas elaboradas en base a estos últimos.

Las características de alta fermentación ruminal y por lo tanto, de alta producción de AGV, promueven, cuando la pastura no es limitante en cuanto a cantidad, ambientes ruminales que se caracterizan por valores de pH relativamente bajos (Figura 1), fundamentalmente en los horarios posteriores a pastoreos intensos. 

Figura 1. Evolución del pH ruminal a lo largo del día en vacas en pastoreo suplementadas con grano de trigo (curva azul) o grano de maíz (curva roja). Las columnas verdes representan la proporción de vacas pastoreando luego del período de confinamiento. Las flechas indican el momento de la suplementación y las líneas bajo las flechas indican los períodos de confinamiento. Es interesante observar que el pH ruminal de los animales baja cuando inician los horarios de pastoreo intenso, y no luego de la suplementación con granos (Extraído de Cajarville et al., 2006a).  

En ocasiones, estos pH llegan a valores que pueden considerarse, según los autores (Brossard et al., 2003; Krauze y Oetzel, 2006) propios de acidosis subclínica (SARA).  

En un análisis de datos provenientes de varios experimentos con animales consumiendo dietas con predominio de pasturas templadas mixtas (gramíneas y leguminosas) suministradas frescas (Figura 2), observamos que el tiempo de acceso al alimento tiene una influencia importante en el pH ruminal y su dinámica

 

Los animales con acceso continuo al alimento presentaron valores de pH más altos y estables a lo largo del día independientemente si habían recibido o no suplementación con concentrados. Por el contrario, cuando el acceso a los alimentos era restringido, con largas horas de ayuno o suministrado en pocas comidas diarias, los pH ruminales transcurrían en valores inferiores a 6 durante muchas horas al día, por lo que el riesgo de entrar en una condición de SARA es elevado. 

Figura 2. Dinámica de pH ruminal de animales correspondientes a 1392 mediciones de pH realizadas en un total de 58 animales, distribuidos en 13 tratamientos experimentales con dietas a base de pasturas templadas suministradas frescas. Las curvas de color verde indican animales que tenían acceso restringido al alimento, las rojas indican animales que tenían acceso continuo al alimento. La línea blanca indica el pH que se considera umbral para asegurar el mantenimiento de la salud del rumen (6-6,2). Observar cómo se separan las curvas verdes de las rojas justamente en torno al pH umbral, independiente del tipo de animal y del tipo de alimentación (Códigos empleados: c=vacas, h=terneras de recría/vaquillonas, l=corderos, e=ovejas adultas; grazing=sólo pastoreo, o suplementación a razón de 1/3 de la dieta total con: corn=maíz, wheat=trigo, molasses=melaza de caña de azúcar, grain=mezcla de granos. Datos extraídos de Cajarville et al. (2006c)).

Félix et al. (2017) en un experimento posterior con vaquillonas en crecimiento consumiendo sólo pasturas de alta calidad con predominio de gramíneas, constatan la inestabilidad ruminal y el ingreso menor de energía al animal a medida que las horas de ayuno se alargan.  

Es de hacer notar, que las leguminosas podrían tener un efecto “preventivo” sobre las bajadas excesivas de pH que se producen cuando la ingesta de pastura es especialmente intensa (Pérez-Ruchel et al., 2013), por ejemplo, cuando las vacas lecheras salen a pastorear luego del ordeñe, o cuando abrimos una nueva franja en pastoreos intensivos. Lo anterior se explica por la alta capacidad tampón de las leguminosas, cuyos efectos son positivos a nivel ruminal

Las pasturas templadas como fuente de la mejor proteína para alimentar al rumiante

Recordemos cómo es la alimentación proteica de los rumiantes. Gran parte de los microorganismos sintetizados en el rumen pasan al tracto digestivo posterior, donde se digieren y absorben, constituyendo la mayor proporción (más del 70%) de la proteína metabolizable que se absorbe y alimenta al rumiante.

La proteína microbiana es además de muy buena calidad, con un perfil de aminoácidos muy similar a la proteína que sintetizan los animales, por lo que poseen alto valor biológico.  

La alta fermentescibilidad y el alto contenido en proteínas degradables de las pasturas de buena calidad, promueven un activo crecimiento y desarrollo de la microbiota a nivel ruminal.

Por ello, indirectamente (a través de la proteína microbiana formada), resultan en una excelente fuente de proteína de alta calidad para los rumiantes. 

 

La alta fermentescibilidad y el alto contenido en proteínas degradables de las pasturas de buena calidad, promueven un activo crecimiento y desarrollo de la microbiota a nivel ruminal. Por ello, indirectamente (a través de la proteína microbiana formada), resultan en una excelente fuente de proteína de alta calidad para los rumiantes. 

Trabajos realizados en Argentina, Uruguay y el sur de Brasil, donde se emplean pasturas templadas de alta calidad en los sistemas pastoriles intensivos, muestran que la cantidad de proteína microbiana sintetizada en el rumen es alta en estas condiciones (García et al., 2000; Amaral et al., 2011; Tebot et al., 2012; Aguerre et al., 2013).

Incluso, según estos trabajos, la eficiencia con que se produce dicha proteína microbiana (es decir la cantidad de proteína microbiana que se produce con relación al alimento consumido o a la materia orgánica fermentada en el rumen), es alta y no aumenta con la suplementación con concentrados. 

Esto quiere decir que, desde el punto de vista del uso del rumen como sistema de fermentación, el consumo de pasturas de buena calidad nos llevaría a un máximo nivel, aportando al rumiante una fuente proteica de calidad en importante cantidad

De todas formas, la principal restricción para lograr una alta inclusión de pasturas en dietas de rumiantes de alta producción es debida a la limitación del consumo. Además de la dificultad que representan las actividades de búsqueda y caminata asociadas a la recolección de la pastura, que han sido responsabilizadas del bajo consumo en dietas pastoriles, algunas observaciones indican que las vacas comen con más lentitud la pastura que la ración totalmente mezclada, aun cuando la primera esté provista en comederos (Pomiés et al., 2015; Mendoza et al., 2018).

La suplementación con concentrados, en estos casos, es útil para aumentar el consumo total, siempre y cuando no sea causa de disfunciones en el rumen como las acidosis.  

Para terminar…

En todo este artículo nos hemos referido a pasturas de alta calidad, pero nuestros lectores se preguntarán cómo hacemos para que nuestros animales consuman siempre este tipo de pasturas, manteniendo la calidad de una pastura ya instalada, aprovechando así su potencial. 

Todos sabemos que la calidad de la pastura no depende solamente de las especies que la componen. Es muy habitual ver en establecimientos de base pastoril lecheros o ganaderos, sobre todo en épocas del año en que el crecimiento del pasto es más acelerado que la capacidad de consumo por parte de los animales, que los animales consumen materiales en estados de maduración avanzadas, comprometiendo la calidad de lo ingerido. Ello incluso se da en predios que cuentan con una base pastoril con “potencial” buena calidad.  

Para evitar este problema es fundamental tener sistemas de manejo del pastoreo preestablecidos que nos permitan adelantarnos al ritmo de crecimiento de la pastura. De esa forma lograremos un consumo de forraje de alta calidad, estable a lo largo del año. En esta misma edición presentamos un artículo referido al tema de manejo de pasturas, complemento indispensable para llevar a la práctica los conceptos que comentamos en este artículo (ver El cálculo del miedo)

 

Bibliografía

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