El Tratado Transatlántico de Libre Comercio (TTIP por sus siglas en inglés), lleva ya casi tres años en el ojo del huracán de la UE cuyas negociaciones con EEUU no terminan de cuajar.
Son bastantes las voces que hablan de que este acuerdo, marcado por las numerosas críticas y la falta de transparencia, no llegará a buen puerto.
Empezó a negociarse a finales de 2011 cuando un grupo de líderes europeos y americanos estudiaba la posible puesta en marcha de políticas que ayudasen a incrementar el comercio y la inversión entre EEUU y la UE. Las negociaciones no empezaron hasta julio de 2013, pero el nivel de secretismo en el que se mantenían era tal que pasó casi un año hasta que el asunto llegó a la prensa.
Los que lo defienden afirman que dinamizará los intercambios transatlánticos entre dos grandes zonas que comparten, además, muchos ideales políticos y económicos. Al mismo tiempo, defienden que simplificará y facilitará la vida de las empresas reduciendo las tarifas aduaneras así como trámites burocráticos. Grandes empresas, como General Electric, implantada en ambos lados del Atlántico, esperan con ansia un acuerdo que aumentaría las exportaciones.
Y sus detractores, ¿qué piensan?
Estos, alineados en su mayoría entorno al movimiento Stop TTIP(Ecologistas en Acción, Attac y hasta otros 500 colectivos y movimientos políticos, así como sectores de la industria agroalimentaria), aseguran que busca establecer una cooperación legislativa para responder a las quejas de las grandes multinacionales, que denuncian pérdidas económicas por las diferentes legislaciones. El temor es que esta bajada afecte a toda la legislación que protege los derechos de la ciudadanía y el medioambiente. Por ejemplo, la UE practica una política más proteccionista en cuanto a transgénicos o productos químicos peligrosos; también en sectores como el sanitario o el ganadero tenemos mayores barreras comerciales que EEUU.
En España, sectores donde la exportación es elevada podrían salir beneficiados, concretamente aquellos en los que los derechos de aduanas en EEUU son especialmente altos y que además compiten con otros países que no tienen que pagar dichos derechos. Por ejemplo, el sector del textil y confección, así como el calzado, las conservas de pescado y otros productos agroalimentarios.
Aunque, es la industria agroalimentaria la que más reticente se muestra, sobre todo en el caso de la ganadería, donde EEUU es mucho más competitiva al contar con unas normas de producción menos restrictivas que permiten unos costes de producción mucho menores. Los negociadores plantean ahora que la eliminación de aduanas en este sentido no sea total, sino parcialmente controlada.
Como mostramos en la siguiente infografía existen grandes diferencias entre las normativas de la UE y EEUU , en ningún caso a favor de los intereses de los productos agroalimentarios producidos en la UE.
(fuente: www.fne.asso.fr , versionado por François Ralle)