Prebióticos, probióticos y simbióticos como herramienta en la acuicultura

La mejora del rendimiento de especies de interés zootécnico en sistemas intensivos es uno de los mayores objetivos de la acuicultura, ya que el éxito productivo depende de la genética, el manejo y la nutrición adecuados para cada especie y sistema de cultivo. Ante la actual demanda en la acuicultura, se vuelve necesario realizar investigaciones que permitan la administración de dietas cada vez más completas, eficientes y económicamente viables.

El agregado de aditivos que ayuden metabolismo y promueven un desarrollo satisfactorio, influyendo en el crecimiento, la producción y reproducción del animal se convierte en una importante herramienta de cría.

 

La cría de peces con fines económicos requiere recursos hídricos para su ejecución, donde los animales permanecerán durante todo el período de cultivo. De este modo, la proliferación de enfermedades o cualquier desequilibrio en la producción puede provocar efectos adversos en el medio ambiente y, por ende, importantes pérdidas económicas para el sector.

En los últimos años, el uso de antibióticos en la acuicultura ha sido una de las herramientas elegidas para el control de enfermedades y mejorar el rendimiento zootécnico. Sin embargo, el aumento en el uso de este tipo de fármacos ha contribuido a la creación de patógenos resistentes a los antimicrobianos más utilizados.

Además, los residuos de estos compuestos pueden permanecer en la proteína integrada en la carne del pescado, llegando al consumidor final y promoviendo un desequilibrio en la biota beneficiosa del medio acuático.

Ante estas implicaciones indeseables, ha sido necesario recurrir a la suplementación dietética de los animales, incluyendo alimentos probióticos, prebióticos o incluso simbióticos, es decir, alimentos que tienen la capacidad de estimular el sistema inmunológico de los animales mediante el crecimiento y la nutrición de los microorganismos beneficiosos para el metabolismo, y la supresión e inhibición del crecimiento de los patógenos.

Los productos que contienen una combinación de minerales y prebióticos en su composición se convierten en una buena alternativa para la suplementación, ya que los microelementos son esenciales en la constitución de huesos y tejidos de los seres vivos, además de actuar en la activación de enzimas que participan en varios procesos bioquímicos.

Los peces son capaces de absorber minerales directamente del agua a través de su sistema branquial y tegumentario; sin embargo, en sistemas de cultivo intensivo, donde el animal debe expresar su máximo rendimiento en un corto período de tiempo, la forma más práctica de ofrecer cualquier suplementación sería a través de la nutrición. De esta manera, se pueden suplir de manera eficiente los déficits de estos nutrientes.

 

Aunque haya similitud entre los nombres de los aditivos, sus funciones son muy diferentes, teniendo una importancia total en el resultado según la elección del productor.

Los prebióticos son compuestos no digeribles por enzimas, ácidos y sales producidos por el metabolismo, sino específicamente fermentados por microorganismos del tracto gastrointestinal. Es decir, son una forma de mantener los microorganismos de interés.

Además, también pueden actuar como adsorbentes, adhiriéndose a micotoxinas presentes en el alimento y llevándolas fuera del tracto gastrointestinal antes de que sean absorbidas por las vellosidades intestinales. Estos compuestos pueden estar presentes en la dieta directamente o incluso ser agregados de forma suplementaria.

En cuanto a los probióticos, son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades ajustadas a cada especie, brindan beneficios a la salud del metabolismo de los hospedadores. Esto se debe a que mejoran el equilibrio de la microbiota, promoviendo así una mejor digestibilidad con un aumento del valor o aprovechamiento nutricional. Además, se ha observado una mayor expresión de inmunidad.

 

También existen combinaciones sinérgicas entre los componentes, conocidas como simbióticos, que consisten en la mezcla de prebióticos y probióticos para proporcionar los beneficios de ambos, principalmente debido a los efectos sinérgicos entre ellos. Este enfoque ha sido aplicado en la acuicultura con muchos resultados positivos, impactando incluso en la calidad del agua.

Las principales respuestas al uso de probióticos y prebióticos en la acuicultura son:

Mejora de la salud general de los animales de cultivo: los animales responden de manera más positiva cuando se les ofrece algún plus en el manejo y la alimentación, demostrando mayor vitalidad.

Mantenimiento de la microbiota beneficiosa: favorece la supervivencia y el mantenimiento de bacterias beneficiosas en el tracto gastrointestinal, preservando las vellosidades intestinales de posibles daños.

Mayor eficiencia en la conversión alimentaria y absorción de nutrientes: con la preservación de las vellosidades intestinales, la calidad nutricional muestra superioridad, lo que se traduce en una mejora consecuente en el rendimiento zootécnico.

Un ejemplo de probiótico reconocido en la piscicultura es el uso de Bacillus licheniformis y complejos probióticos adicionados como promotor del estado de salud y resistencia en la cría de tilapias. En este caso, se observó un aumento en la altura de las vellosidades intestinales, lo que amplía la área de absorción, así como un mayor área y volumen de los núcleos de las células del hígado. Estos son considerados buenos indicadores del estado nutricional de los peces, ya que el hígado es el órgano responsable del metabolismo de los nutrientes. El volumen de las células hepáticas es una respuesta al estado de salud de los peces, y las alteraciones en este órgano, como adaptaciones, lesiones o muerte celular, pueden ser identificadas.

En este caso, el uso de aditivos probióticos y prebióticos contribuye a la salud y bienestar del animal en sistemas con desafíos, como las bajas temperaturas en ciertos periodos del año y la exposición a patógenos.

El prebiótico de mayor uso en dietas animales es el mananoligosacárido (MOS), que se deriva de la pared celular de la levadura Saccharomyces cerevisiae. En conjunto con otros componentes, el MOS demuestra ser favorable para la tasa de conversión alimentaria y la eficiencia proteica, contribuyendo al mejor aprovechamiento de los nutrientes y resultando en un mejor desempeño zootécnico.

Es importante destacar que los microorganismos utilizados como probióticos o prebióticos en la acuicultura deben ser sanitariamente seguros para el animal cultivado, para el agua y también para el productor y el consumidor. Además de la colonización y mantenimiento en el tracto digestivo, produciendo efectos beneficiosos en los hospedadores, otras características deben ser observadas en estos microorganismos, como por ejemplo:

No poseer genes de resistencia a antibióticos.
Tener propiedades antimutagénicas y anticancerígenas.
Ser capaces de resistir al proceso de producción de la ración cuando se inoculan.
Presentar resistencia también a las enzimas del tracto digestivo para llegar al tejido objetivo, que es el epitelio intestinal.
Tener durabilidad para un tiempo de almacenamiento y transporte aceptable.

El uso de probióticos, prebióticos y simbióticos en la acuicultura, como herramienta de suplementación dietética, está cobrando cada vez más importancia. La mejor conversión alimentaria y aumento de peso de los animales, junto con la reducción de la frecuencia de enfermedades, son factores cruciales en
la producción acuícola que se benefician de estos aditivos. También es importante destacar que, asociado a estos factores mencionados, se preserva el ecosistema en el que se lleva a cabo la actividad.

Por lo tanto, el uso de probióticos y prebióticos en la nutrición de los peces es altamente recomendable. Sumado a un manejo óptimo y a la calidad genética, puede incluso ayudar a preservar significativamente el uso de antibióticos a largo plazo.      

 

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