La situación climática está dando que hablar en los últimos meses en más de una región de España. Ya sea por las inusuales temperaturas registradas a fines de 2022 en el sur de la península, o por la falta de agua en el nordeste en los últimos meses.
La poca previsibilidad del comportamiento climático genera incertidumbre entre los productores, que se ven obligados a pensar y repensar a la hora de tomar decisiones.
Los agricultores de cultivos extensivos de Cataluña también se encuentran en aprietos. La cosecha de cereales de invierno se aproxima, y las consecuencias de la falta de lluvias son más que evidentes. Los productores evalúan por estos días si tiene sentido sembrar cultivos estivales (maíz, girasol, sorgo, o soja) una vez cosechados los invernales. Temen que los altos costes de la siembra y las labores posteriores, superen los beneficios de una cosecha que con seguridad será castigada por la falta de agua.
Las reservas hídricas en algunos sistemas montañosos se sitúan en niveles inferiores al 50% del promedio de la última década, por lo que tampoco se puede contar en gran medida con agua de deshielo para regar durante el próximo verano.
Estimaciones
A pesar de la compleja situación, las estimaciones de producción de cosecha de este año siguen siendo mayores que las cifras de producción de 2022 (18 millones de toneladas). Esta diferencia se debe principalmente a un aumento en la superficie cultivada.
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