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Una vez leí que las ideas matan.
O tal vez que las ideas no se matan… En realidad, ambas lecturas son posibles.
Hoy quiero proponer otra frase contundente: Los conceptos pueden arruinar a algunos, o a muchos. Vivimos tiempos de conceptos: «sostenibilidad, bienestar, reducción, economía circular, salvar el planeta». Y,
¿quién puede no estar de acuerdo con estos conceptos?
Todos somos conscientes de estar en un momento de cambio, de crisis, de nuestra relación con nuestro planeta.
Sabemos que hay cosas que cambiar, y que debemos hacerlo con cierta premura. Sabemos que no podemos mantener una carrera enloquecida hacia la completa degradación del sistema.
Pero algunos también sabemos que los bandazos agresivos en un sentido sólo llevan a bandazos similares en sentido contrario. Y esto generalmente no suele ser bueno.
Las autoridades europeas, guiadas por lo que creen que es el sentir mayoritario de los habitantes de Europa, nos pueden conducir a una situación de crisis permanente e irreversible del sector agroganadero.
Algunos conceptos son válidos, y pueden ser acogidos y admitidos sin problema por todos los actores, pero algunos otros parecen ser, fundamentalmente, brindis al Sol.
Hay normativas comunitarias tan poco pegadas al terreno, que resulta difícil imaginar qué o quiénes han podido pergeñarlas, qué intereses las mueven o qué es lo que se espera realmente lograr con ellas.
Ejemplos no faltan en ninguna de nuestras ramas de actividad.
Ante ello, queda la respuesta sensata, argumentada y firme de nuestras organizaciones, que no deben permanecer en silencio ante ninguna de estas normas. Y queda la esperanza de alcanzar mayorías suficientes en las instituciones europeas para, al menos, matizar y dar cierta lógica a algunas de ellas.
Esperemos que la nueva composición del Parlamento Europeo vaya en esa dirección, y, mientras tanto, preparémonos para la resistencia.
En ello va la viabilidad de nuestro sector, para nosotros y los que nos siguen.