Un equipo de científicos argentinos ha desarrollado un bioinsumo antifúngico a partir del árbol nativo Ibirá pitá (Peltophorum dubium), con el objetivo de combatir el hongo Aspergillus flavus, responsable de la producción de aflatoxinas en cereales y oleaginosas almacenados.
Estas toxinas representan una amenaza significativa para la salud humana y animal, además de causar pérdidas económicas considerables en el sector agropecuario.
El proyecto es fruto de la colaboración entre el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Según la investigadora Renée H. Fortunato, líder del desarrollo, el extracto del Ibirá pitá ha demostrado eficacia en ensayos in vitro para inhibir el crecimiento de A. flavus, un hongo que prospera en condiciones de humedad y temperatura favorables.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que el 25% de los cultivos a nivel mundial están contaminados por micotoxinas, lo que subraya la necesidad de soluciones sostenibles.
A diferencia de los antifúngicos químicos tradicionales, que pueden generar resistencia y contaminar el medio ambiente, este bioinsumo vegetal contiene múltiples compuestos activos que ofrecen una acción antifúngica estable y duradera.
Actualmente, el equipo de investigación está desarrollando un prototipo del bioinsumo y ha establecido un bioensayo para probar su eficacia en granos de maíz, uno de los cultivos más afectados. El objetivo es aplicar el producto antes del almacenamiento en silos, minimizando así el riesgo de contaminación por micotoxinas.
El Ibirá pitá, árbol que puede alcanzar hasta 40 metros de altura y es conocido por sus flores amarillas, crece en diversas regiones del norte de Argentina y ha sido incorporado al arbolado urbano en varias ciudades debido a su valor ornamental.
Este desarrollo representa un paso importante hacia prácticas agrícolas más seguras y sostenibles, con beneficios tanto para la salud pública como para la economía del sector agropecuario.
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