Icono del sitio nutriNews, la revista de nutrición animal

FICHA de MATERIA PRIMA: Grasas o Aceites vegetales y subproductos

Escrito por: Alba Cerisuelo - Centro de Investigación y Tecnología Animal (CITA-IVIA)
grasas-aceites-vegetales-subproductos-portada

Definición & clasificación

Las grasas o aceites de origen vegetal y subproductos son materias primas que proceden de diversas fuentes vegetales, principalmente semillas de oleaginosas como la soja, colza, girasol o camelina, pero también de frutos como la oliva, el coco o la palma.

Además de las grasas vegetales originales existe un grupo de subproductos industriales derivados de las grasas que incluyen productos como:

las oleínas, residuos del refinado de las grasas comestibles

las lecitinas, gomas del refinado del proceso industrial,

el glicerol u otros subproductos que también pueden utilizarse como fuente de energía en alimentación animal.

En general, estas grasas son líquidas (tienen un punto de fusión más bajo que las grasas animales), aunque existen excepciones como el aceite de coco o palma que tienen un punto de fusión más elevado y muestran aspecto sólido a temperatura ambiente.

Los aceites vegetales usados en empresas alimentarias (categoría 13.1.19 del catálogo de materias primas; UCO, del inglés used cooking oils) están en la actualidad prohibidos en alimentación animal. A excepción de los aceites no calentados, recuperados durante un proceso de producción (ejemplo: lecitina) o los aceites vegetales que hayan sido utilizados por operadores de compañías alimentarias de conformidad con el Reglamento (EC) No 852/2004 para cocinar y que no hayan estado en contacto con carne, grasas animales, pescado o animales acuáticos.

Las grasas vegetales, al igual que cualquier tipo de grasa aportan fundamentalmente energía en forma de lípidos a los piensos.

A diferencia de las grasas animales, algunas de ellas no se producen en Europa o al menos no a partir de cultivos generados en esta zona, por lo que el impacto ambiental de su uso en piensos puede llegar a ser muy elevado (como es el caso del aceite de soja y el de palma).

Los subproductos industriales derivados de estas grasas, sin embargo, tienen un menor impacto ambiental por su condición de subproducto, y pueden tener un menor precio.

 

El “Catálogo de materias primas” (Reglamento (UE) 68/2013) clasifica la grasa vegetal en el apartado “2. Semillas oleaginosas, frutos oleaginosos y sus productos derivados” y los subproductos industriales derivados de las grasas tales como aceites ácidos resultados de refinados químicos (oleínas) o destilados de ácidos grasos procedentes de un refinado físico (destilados) en el apartado “13. Otras materias primas” como se muestra en la Tabla 1.

 

Tabla 1. Clasificación de la grasa vegetal y aceites ácidos del refinado de las grasas según el Catálogo de Materias Primas (Reglamento (UE) 68/2013).

1La denominación «aceite y grasa vegetal» podrá sustituirse por la expresión «aceite vegetal» o «grasa vegetal», según proceda. Además, se completará la denominación con la especie vegetal y, en su caso, la especificación de la parte del vegetal correspondiente. Se especificará también si el aceite o la grasa están crudos o refinados. 2Debe añadirse a la denominación una indicación del origen botánico o animal, según proceda.

 

De manera obligatoria es necesario declarar el contenido en humedad cuando este es superior al 1% y el contenido en grasa bruta en el caso de los aceites ácidos.

 

Proceso de obtención

En general, las grasas de origen vegetal se obtienen a través del prensado mecánico de la materia prima original (semilla o fruto oleaginoso). Es también posible obtener estos aceites a partir de procesos químicos que implican el uso de disolventes o incluso por procesos combinados (mecánicos y químicos).

En este caso el rendimiento de la extracción del aceite es mayor, pero es necesario asegurar la inocuidad final del producto.

En el caso de los subproductos industriales derivados de las grasas vegetales, estos se obtienen del refinado de aceites o grasas crudas.

El proceso de refinado consiste en la eliminación de ácidos grasos libres y otras sustancias indeseables de los aceites o bien mediante métodos químicos (oleínas) o físicos (destilados).

 

Durante el proceso de refinado químico se separan los triglicéridos de los ácidos grasos libres, que son los responsables de la acidez, mediante la adición de NaOH (paso de neutralización).

Este álcali precipita los ácidos grasos libres y los convierte en jabones que posteriormente se separan del resto por centrifugación y se acidifican con ácido sulfúrico para obtener las oleínas (“acidulated soap stocks”; FEDIOL, 2020). Estas oleínas se lavan con agua abundante para arrastrar el exceso de sulfúrico, y se secan por decantación dando lugar a las oleínas comerciales.

En el caso del refinado por métodos físicos, los ácidos grasos libres se eliminan mediante destilación al someter a las grasas a altas temperaturas y vacío (FEDIOL, 2020) formando parte del producto denominado destilado de ácidos grasos.

En este sentido, tanto las oleínas como los destilados de ácidos grasos son productos con un elevado contenido en ácidos grasos libres (>35%) que les confiere un elevado valor energético, en ocasiones comparable a la grasa de origen.

Además de ácidos grasos, estas materias primas pueden contener otros compuestos como los ácidos grasos esenciales, tocoferoles, polifenoles, esteroles y otros restos de vitaminas liposolubles, que son arrastrados por esto procesos de eliminación de los ácidos grasos libres.

Composición química y valor nutritivo

Desde un punto de vista químico, tanto los aceites como las grasas brutas son triglicéridos (ésteres de ácidos grasos y glicerina) que se diferencian entre sí por los ácidos grasos que se unen a la glicerina.

La longitud de la cadena de ácidos grasos o su grado de saturación están directamente relacionados con la calidad nutricional de estos ingredientes (Wealleans et al., 2021), de manera que cuanto más corta es la cadena de ácidos grasos y mayor el porcentaje de insaturación, mayor será el valor energético, especialmente en el caso de animales monogástricos.

 

En rumiantes, los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (> 20 C) son más tóxicos para los microorganismos ruminales que los ácidos grasos de cadena intermedia, por lo que pueden reducir la digestibilidad de otros nutrientes.

Además, tal y como ya se comentó en la ficha de las grasas animales, la calidad y valor nutricional de las diferentes fuentes de grasa animal dependen de los factores que afectan a su calidad química y estabilidad como su pureza, cantidad de lípidos insaponificables, presencia de ácidos grasos libres, cantidad de peróxidos o presencia de tóxicos (dioxinas).

A nivel global se habla del valor MIU como un posible índice de calidad que tiene en cuenta la humedad de la muestra (M), el contenido en impurezas (I) y la cantidad de insaponificables (U). Contar con un índice de este tipo es útil para clasificar materias primas como los subproductos industriales derivados de las grasas, que suelen presentar un mayor contenido en impurezas (Jiménez-Moya et al, 2021; Varona et al., 2021).

En la Tabla 2 se incluye la composición publicada por FEDNA para los aceites de soja, colza y palma y las oleínas de soja y los destilados de palma y la publicada en INRAE-CIRAD-AFZ. A excepción de las tablas FEDNA, otras tablas de alimentos habituales como son las tablas del INRAE o las tablas de CVB no proporcionan la composición de los subproductos industriales derivados de las grasas.

En general, se considera que tanto los aceites como sus subproductos están compuestos por alrededor de un 100% de grasa y no contienen humedad, proteína, aminoácidos o minerales (o su contenido es mínimo en estos nutrientes).

Los ácidos grasos mayoritarios en cada fuente son diferentes, siendo característico el elevado nivel de ácido linoleico en el aceite y oleína de soja, el elevado nivel de ácido oleico en el aceite de colza y el elevado nivel de ácido palmítico en los destilados de ácidos grasos de palma.

 

 

Factores que afectan a la digestibilidad

Además de su calidad y composición, en general, además de su calidad y composición, el valor nutricional de las grasas vegetales depende de la especie, el sexo y la edad del animal. Estos factores son capaces de afectar la capacidad de solubilización y de formación de micelas de estas grasas en el intestino y, con ello, la digestibilidad de los diferentes tipos de grasa.

Tal y como se observa en la Tabla 2, los pollos de engorde presentan una menor capacidad de extracción de grasas (EMa) de estas materias primas en comparación con el porcino.

Por otro lado, el valor energético asignado a las oleínas y destilados es ligeramente inferior que el asignado a sus aceites crudos originales. Esto puede ser debido a su mayor contenido en ácidos grasos libres, aunque estudios recientes indican que la bioaccesibilidad de los aceites en alimentación animal depende más del grado de insaturación de las grasas que del contenido en ácidos grasos libres (Jiménez-Moya et al, 2021).

A pesar de ello, los subproductos industriales de las grasas vegetales siguen siendo una buena fuente de energía en los piensos (Rodriguez-Sanchez et al., 2019), si bien el control analítico y la estandarización de estos productos es de especial importancia para una correcta revalorización (Varona et al., 2021).

 

 

Tabla 2. Composición química (en materia seca) de diferentes tipos de aceites vegetales y oleínas.

1https://feedtables.com/content/table-dry-matter; valores expresados en materia seca. 2http://www.fundacionfedna.org/ingrediente; valores expresados en materia seca.

Uso en alimentación animal

La adición de fuentes de grasa o aceites en los piensos tiene la función principal de incrementar la densidad energética de estos, ya que las grasas contienen 2,25 veces más calorías que los carbohidratos y las proteínas. Además, las grasas mejoran el índice de transformación, la palatabilidad y la calidad de la granulación (hasta un nivel máximo).

Este efecto energético de las materias grasas tiene cada vez más sentido debido a ciertas circunstancias que están cada vez más presentes en los piensos actuales como son las elevadas necesidades de los animales en ciertas etapas fisiológicas (cerdas hiperprolíficas, bovino lechero, etc) y la formulación con criterios de sostenibilidad que a menudo implica la sustitución de almidón por fibra e incrementa la necesidad de incorporar grasas.

En concreto, en cuanto a la incorporación de fuentes de grasa vegetal en los piensos, es necesario tener en cuenta que, en general, su grado de insaturación es mayor que el de las grasas animales.

 

Aunque es cierto que la insaturación mejora la digestibilidad de las grasas, también es cierto que esta reduce la estabilidad de los productos y pueden dar lugar a problemas en la calidad de la canal si se proporcionan en cantidades elevadas al final del cebo.

Grasas saturadas

Las grasas saturadas, sin embargo, aportan una mayor estabilidad al producto, pero tienen una connotación menos saludable. Sin embargo, es conocido que la presencia de ácidos grasos insaturados en un pienso con grasa saturada puede mejorar su absorción. De hecho, la ratio entre ácidos grasos saturados e insaturados de una fuente de grasa está reconocido como uno de los factores más influyentes en la digestibilidad de los lípidos (Powles et al., 1995). En este sentido, una ratio insaturados:saturados < a 1,3 puede dar lugar a una reducción de la digestibilidad de las grasas, según Powles et al. (1995).

También, Khatun et al. (2017) demostró mejoras en la digestibilidad de los nutrientes, crecimiento de los animales, morfología intestinal, calidad de la carne y el perfil lipídico del suero con el uso de una mezcla de aceites poliinsaturados vs. saturados (proporción 4:2) en la alimentación de pollos cebo.

 

Como ya se ha comentado, el nivel energético asignado a los subproductos industriales derivados de las grasas en monogástricos suele ser menor que el de las fuentes de grasa vegetal originarias.

Sin embargo, estudios recientes en broilers indican que la sustitución de parte de aceite crudo de palma en las dietas por oleínas de soja (6% de inclusión de oleínas de soja; proporción 2:4 en la mezcla) puede mejorar la absorción de la grasa por parte de los animales durante el periodo de cebo (Jiménez-Moya et al., 2021).

 Esto sin modificar el contenido en EMa de los piensos. Además, otros estudios sugieren que la sustitución de aceite de soja por oleínas de soja no modifica el perfil lipídico de los huevos (Pardío et al., 2005; Palomar et al., 2019).

 

 

Por otro lado, en rumiantes es bien conocido que un exceso de grasa, especialmente de ácidos grasos insaturados, puede repercutir negativamente sobre el crecimiento de las bacterias del rumen (fibrolíticas sobre todo), influyendo de esta forma sobre la digestibilidad de la ración.

Por el contrario, al igual que en los animales monogástricos, la grasa insaturada presenta una mayor digestibilidad a nivel intestinal. Y, especialmente en animales con elevadas necesidades energéticas, las grasas vegetales insaturadas protegidas (jabones cálcicos o grasas saturadas hidrogenadas) son un medio para incrementar el consumo diario y aprovechamiento de la grasa sin que se vea afectado su metabolismo.

Debido al elevado contenido en ácidos grasos libres y el bajo pH de las oleínas, niveles elevados pueden ser potencialmente tóxicos para la microbiota ruminal (Doreau y Chilliard, 1997) y potenciar el efecto acidogénico de los concentrados.

Sin embargo, algunos estudios indican que es posible incluir oleínas de girasol (3%) en raciones de corderos (Blanco et al., 2013) sin efectos negativos a niveles bajos. Por otro lado, la mayoría de los jabones cálcicos disponibles se fabrican a partir de los ácidos grasos destilados de la palma (Handojo, 2017), por lo que indirectamente estos ingredientes ya son consumidos por los rumiantes en forma de grasa protegida.

Conclusiones

 En conclusión, las grasas vegetales son una excelente fuente de energía y nutrientes esenciales, por su composición (elevado contenido en AG poliinsaturados) y pureza.

 Las más utilizadas en alimentación animal (aceite de soja y palma) no son de origen local, por lo que su utilización conlleva un coste ambiental añadido.

 Por otro lado, los subproductos industriales de estas grasas ofrecen ventajas medioambientales y económicas y pueden considerarse una fuente prometedora de energía, sobre todo en aves. Sin embargo, para revalorizar estos subproductos de manera adecuada es necesario conocer su calidad y composición en ácidos grasos.

Salir de la versión móvil