Definición & clasificación
Además de las grasas vegetales originales existe un grupo de subproductos industriales derivados de las grasas que incluyen productos como:
En general, estas grasas son líquidas (tienen un punto de fusión más bajo que las grasas animales), aunque existen excepciones como el aceite de coco o palma que tienen un punto de fusión más elevado y muestran aspecto sólido a temperatura ambiente.
Las grasas vegetales, al igual que cualquier tipo de grasa aportan fundamentalmente energía en forma de lípidos a los piensos.
A diferencia de las grasas animales, algunas de ellas no se producen en Europa o al menos no a partir de cultivos generados en esta zona, por lo que el impacto ambiental de su uso en piensos puede llegar a ser muy elevado (como es el caso del aceite de soja y el de palma).
El “Catálogo de materias primas” (Reglamento (UE) 68/2013) clasifica la grasa vegetal en el apartado “2. Semillas oleaginosas, frutos oleaginosos y sus productos derivados” y los subproductos industriales derivados de las grasas tales como aceites ácidos resultados de refinados químicos (oleínas) o destilados de ácidos grasos procedentes de un refinado físico (destilados) en el apartado “13. Otras materias primas” como se muestra en la Tabla 1.
Tabla 1. Clasificación de la grasa vegetal y aceites ácidos del refinado de las grasas según el Catálogo de Materias Primas (Reglamento (UE) 68/2013).
1La denominación «aceite y grasa vegetal» podrá sustituirse por la expresión «aceite vegetal» o «grasa vegetal», según proceda. Además, se completará la denominación con la especie vegetal y, en su caso, la especificación de la parte del vegetal correspondiente. Se especificará también si el aceite o la grasa están crudos o refinados. 2Debe añadirse a la denominación una indicación del origen botánico o animal, según proceda.
Proceso de obtención
En general, las grasas de origen vegetal se obtienen a través del prensado mecánico de la materia prima original (semilla o fruto oleaginoso). Es también posible obtener estos aceites a partir de procesos químicos que implican el uso de disolventes o incluso por procesos combinados (mecánicos y químicos).
En este caso el rendimiento de la extracción del aceite es mayor, pero es necesario asegurar la inocuidad final del producto.
En el caso de los subproductos industriales derivados de las grasas vegetales, estos se obtienen del refinado de aceites o grasas crudas.
Este álcali precipita los ácidos grasos libres y los convierte en jabones que posteriormente se separan del resto por centrifugación y se acidifican con ácido sulfúrico para obtener las oleínas (“acidulated soap stocks”; FEDIOL, 2020). Estas oleínas se lavan con agua abundante para arrastrar el exceso de sulfúrico, y se secan por decantación dando lugar a las oleínas comerciales.
En el caso del refinado por métodos físicos, los ácidos grasos libres se eliminan mediante destilación al someter a las grasas a altas temperaturas y vacío (FEDIOL, 2020) formando parte del producto denominado destilado de ácidos grasos.
En este sentido, tanto las oleínas como los destilados de ácidos grasos son productos con un elevado contenido en ácidos grasos libres (>35%) que les confiere un elevado valor energético, en ocasiones comparable a la grasa de origen.
Además de ácidos grasos, estas materias primas pueden contener otros compuestos como los ácidos grasos esenciales, tocoferoles, polifenoles, esteroles y otros restos de vitaminas liposolubles, que son arrastrados por esto procesos de eliminación de los ácidos grasos libres.
Composición química y valor nutritivo
Desde un punto de vista químico, tanto los aceites como las grasas brutas son triglicéridos (ésteres de ácidos grasos y glicerina) que se diferencian entre sí por los ácidos grasos que se unen a la glicerina.
Además, tal y como ya se comentó en la ficha de las grasas animales, la calidad y valor nutricional de las diferentes fuentes de grasa animal dependen de los factores que afectan a su calidad química y estabilidad como su pureza, cantidad de lípidos insaponificables, presencia de ácidos grasos libres, cantidad de peróxidos o presencia de tóxicos (dioxinas).
A nivel global se habla del valor MIU como un posible índice de calidad que tiene en cuenta la humedad de la muestra (M), el contenido en impurezas (I) y la cantidad de insaponificables (U). Contar con un índice de este tipo es útil para clasificar materias primas como los subproductos industriales derivados de las grasas, que suelen presentar un mayor contenido en impurezas (Jiménez-Moya et al, 2021; Varona et al., 2021).
En general, se considera que tanto los aceites como sus subproductos están compuestos por alrededor de un 100% de grasa y no contienen humedad, proteína, aminoácidos o minerales (o su contenido es mínimo en estos nutrientes).
Los ácidos grasos mayoritarios en cada fuente son diferentes, siendo característico el elevado nivel de ácido linoleico en el aceite y oleína de soja, el elevado nivel de ácido oleico en el aceite de colza y el elevado nivel de ácido palmítico en los destilados de ácidos grasos de palma.
Factores que afectan a la digestibilidad
Tal y como se observa en la Tabla 2, los pollos de engorde presentan una menor capacidad de extracción de grasas (EMa) de estas materias primas en comparación con el porcino.
Por otro lado, el valor energético asignado a las oleínas y destilados es ligeramente inferior que el asignado a sus aceites crudos originales. Esto puede ser debido a su mayor contenido en ácidos grasos libres, aunque estudios recientes indican que la bioaccesibilidad de los aceites en alimentación animal depende más del grado de insaturación de las grasas que del contenido en ácidos grasos libres (Jiménez-Moya et al, 2021).
Tabla 2. Composición química (en materia seca) de diferentes tipos de aceites vegetales y oleínas.
1https://feedtables.com/content/table-dry-matter; valores expresados en materia seca. 2http://www.fundacionfedna.org/ingrediente; valores expresados en materia seca.
Uso en alimentación animal
Este efecto energético de las materias grasas tiene cada vez más sentido debido a ciertas circunstancias que están cada vez más presentes en los piensos actuales como son las elevadas necesidades de los animales en ciertas etapas fisiológicas (cerdas hiperprolíficas, bovino lechero, etc) y la formulación con criterios de sostenibilidad que a menudo implica la sustitución de almidón por fibra e incrementa la necesidad de incorporar grasas.
En concreto, en cuanto a la incorporación de fuentes de grasa vegetal en los piensos, es necesario tener en cuenta que, en general, su grado de insaturación es mayor que el de las grasas animales.
Aunque es cierto que la insaturación mejora la digestibilidad de las grasas, también es cierto que esta reduce la estabilidad de los productos y pueden dar lugar a problemas en la calidad de la canal si se proporcionan en cantidades elevadas al final del cebo.
Grasas saturadas
Las grasas saturadas, sin embargo, aportan una mayor estabilidad al producto, pero tienen una connotación menos saludable. Sin embargo, es conocido que la presencia de ácidos grasos insaturados en un pienso con grasa saturada puede mejorar su absorción. De hecho, la ratio entre ácidos grasos saturados e insaturados de una fuente de grasa está reconocido como uno de los factores más influyentes en la digestibilidad de los lípidos (Powles et al., 1995). En este sentido, una ratio insaturados:saturados < a 1,3 puede dar lugar a una reducción de la digestibilidad de las grasas, según Powles et al. (1995).
También, Khatun et al. (2017) demostró mejoras en la digestibilidad de los nutrientes, crecimiento de los animales, morfología intestinal, calidad de la carne y el perfil lipídico del suero con el uso de una mezcla de aceites poliinsaturados vs. saturados (proporción 4:2) en la alimentación de pollos cebo.
Sin embargo, estudios recientes en broilers indican que la sustitución de parte de aceite crudo de palma en las dietas por oleínas de soja (6% de inclusión de oleínas de soja; proporción 2:4 en la mezcla) puede mejorar la absorción de la grasa por parte de los animales durante el periodo de cebo (Jiménez-Moya et al., 2021).
Por otro lado, en rumiantes es bien conocido que un exceso de grasa, especialmente de ácidos grasos insaturados, puede repercutir negativamente sobre el crecimiento de las bacterias del rumen (fibrolíticas sobre todo), influyendo de esta forma sobre la digestibilidad de la ración.
Sin embargo, algunos estudios indican que es posible incluir oleínas de girasol (3%) en raciones de corderos (Blanco et al., 2013) sin efectos negativos a niveles bajos. Por otro lado, la mayoría de los jabones cálcicos disponibles se fabrican a partir de los ácidos grasos destilados de la palma (Handojo, 2017), por lo que indirectamente estos ingredientes ya son consumidos por los rumiantes en forma de grasa protegida.