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INTRODUCCIÓN
El sector avícola ha conseguido ajustarse hasta ahora a las exigencias de los consumidores, aunque con ciertas dificultades: la eliminación de promotores, la prohibición del uso de harinas animales, o modificaciones en las condiciones de densidad, han sido implementadas de forma rigurosa y continuada. |
Desde hace algún tiempo, en aras de la sostenibilidad, surge la idea que el uso de harina de soja en las dietas de aves es un elemento a eliminar.
Desde el punto de vista de la sostenibilidad de cada materia prima individual, evidentemente no será igual la soja de un origen u otro, de modo que algunas de ellas se verán perjudicadas cuando se deban implementar de forma definitiva los factores de sostenibilidad en la formulación de las dietas.
¿ES POSIBLE FORMULAR SIN SOJA?
Plantearse dejar de usar soja en las dietas, bien por esta misma sostenibilidad, bien por estimular el uso de materias primas de proximidad, o por algún otro prejuicio más o menos defendible, debe ir acompañado de una serie de alternativas aplicables (por precio, disponibilidad o simplemente por adecuación a las necesidades de las aves).
Es necesario hacernos una pregunta para empezar la discusión:
¿Es posible, en las condiciones actuales, y con los requerimientos precisos para obtener la mayor eficiencia de los animales, formular dietas sin soja?
Para responder a esta pregunta, se formula una dieta de pollos en crecimiento (dieta única), con valores de recomendaciones de FEDNA para pollos de engorde (0,92% de lisina digestible) y 3000 kcal/kg, y se da acceso a todas las materias primas comunes que se emplean actualmente para este tipo de dietas (desafortunadamente, menos de las que sería de desear en estas condiciones).
Con el uso de soja obtenemos fórmulas de uso habitual: Cuando se formula con soja de menor calidad (47% vs 45,5%) aumenta la inclusión de la misma y encarece el coste final (a precios actuales de lonja):
ALTERNATIVAS DISPONIBLES
Supongamos ahora que tratamos de hacer la fórmula sin harina de soja pero con materias primas vegetales disponibles en este momento. Es relativamente sencillo encontrar harina de girasol y colza que son fuentes proteicas de uso habitual en cantidades moderadas. En este caso, la formulación es posible, pero se producen cambios significativos:
Entra una cantidad muy grande de aceite de soja, lo que eleva el porcentaje de extracto etéreo hasta el 8,28%. Esto provocará un significativo impacto a nivel de calidad del gránulo, y sobre la propia digestibilidad de la dieta. Hace muchísimo tiempo que no se formula con esta cantidad de grasa, y su entrada en forma tan elevada puede ser problemática, especialmente en función de su calidad y tipo (plantear un 7% de aceite de soja en dietas de terminación suena preocupante).
La fibra bruta pasa del 3,3% al 7,1%. Es cierto que un mínimo nivel de fibra puede ser incluso favorable, pero niveles altos pueden tener efecto sobre el consumo de los animales y los resultados productivos. Realmente, no sabemos a ciencia cierta cuál puede ser el efecto de este nivel de fibra, o de su variedad. Debemos profundizar en la composición de las fibras ya que nutricionalmente tienen efectos muy variados según las características de solubilidad y digestibilidad de estas. |
El almidón baja notablemente por la reducción de la entrada de cereal, en este caso la cebada pasa de un 23% a menos del 3%. Parece por tanto que la energía de la dieta dependerá más de la grasa añadida.
Se ha intentado mantener el balance electrolítico, y esto con la desaparición de la soja posiblemente complica aún más el resultado.
Por el alto contenido en fósforo de la colza y el girasol, casi el doble que la soja, obtenemos una fórmula sin inclusión de fósforo inorgánico, a priori podría ser una ventaja medioambiental, pero deja totalmente a merced de la función de las enzimas el correcto equilibrio Ca/P. Ojo por tanto con la valoración y las dosis de las fitasas. |
Evidentemente, queda valorar el posible efecto de una presencia de un 18,5% de girasol y de un 20% de colza en la dieta. Porcentajes de inclusión tan altos no parecen una combinación muy recomendable en las condiciones actuales.
Eso sí, la fórmula es posible, y aparte de la entrada masiva de estas proteaginosas y de los cambios en los nutrientes, aparentemente se podría hacer cumpliendo los requerimientos establecidos.
El incremento del coste seguro es un factor clave para determinar su viabilidad, aunque no sea objeto de este estudio.
Valoramos la inclusión de algún tipo de subproductos de origen animal que sea empleable y legal, la fórmula no cambia especialmente, en origen:
Al incluir esta materia prima (hay que recordar que esta es una fórmula única para toda la vida del animal), se relaja un tanto la misma. El nivel de grasa, siendo alto, baja hasta un 7,2%, aun así, con este % será difícil garantizar una presentación óptima para el animal. También se ajusta ligeramente el nivel de almidón y de fibra, y el porcentaje de colza se reduce casi a la mitad.
Sin duda el uso de fuentes de proteína animal será una ayuda en formulación, siempre que las condiciones de disponibilidad, empleabilidad y precio sean adecuadas. Puede que la harina de insectos ayude, cuando las condiciones anteriores se den.
Queda la posibilidad de trabajar con otras materias primas, como guisante o habas. Si bien existen en las condiciones actuales, su disponibilidad es muy limitada, salvo que sea la propia Unión Europea la que estimule su siembra, a través de los mecanismos que considere adecuados.
Valoramos la inclusión de estas dos leguminosas que pueden estar disponibles, aunque en tiempo y cantidad limitada. Se ha repartido en niveles similares el uso de girasol, colza, habas y guisantes.
En cualquier caso, los porcentajes pueden ir variando dependiendo del interés y posibilidades de disponibilidad. Aun así, es una formulación con niveles más altos de los que tenemos referencias de uso y es necesario hacer seguimiento de los efectos de estas inclusiones.
En esta nueva formulación se reduce un punto la cantidad de proteína bruta, lo que repercutirá en mejoras de bienestar y medio ambiente. También se reduce un punto de fibra bruta y casi dos de extracto etéreo lo que ayudará a la digestibilidad y fabricación. Además, esta alternativa es también favorable económicamente.
Eso sí, en esta situación seremos absolutamente dependientes de la disponibilidad y calidad de estas materias primas.
CONSIDERACIONES FINALES
No deja de ser de cierto riesgo incluir niveles elevados de colza (no siempre es posible encontrar Canola 00 de alta calidad) y en cuanto al uso de habas realmente no se dispone de mucha información en relación a su uso. Quizá algunos problemas menos sean de esperar con el empleo de guisantes. En pocas palabras, es necesaria una mayor y mejor información sobre lo que puede ocurrir con este tipo de fórmulas. Si no fuese posible usar harina de soja, diversificar el uso de fuentes proteicas es positivo para ajustar los niveles nutricionales. Se debe continuar en la búsqueda de fuentes proteicas alternativas a la soja. |
Actualmente no existen materias primas que por precio y /o volumen puedan cubrir las necesidades de mercado.
Podemos concluir que en avicultura somos “soja-dependientes” y esto nos permite mantener una eficiencia nutricional que también debería ser tenida en cuenta a la hora de evaluar la sostenibilidad global en la producción de carne.