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Impacto de las micotoxinas en los peces y su medio ambiente

Las micotoxinas son metabolitos secundarios de bajo peso molecular producidos principalmente en las estructuras miceliales de ciertos hongos filamentosos, durante el crecimiento fúngico (Bhat et al. 2010).

Estos metabolitos secundarios son tóxicos para humanos y animales cuando se consumen e incluso pueden ser cancerígenos, neurotóxicos, nefrotóxicos o inmunosupresores, especialmente cuando se produce una exposición crónica (Feijó Corrêa et al., 2018).

El tipo más común de exposición en humanos y animales es por consumo de alimentos contaminados. Los hongos que se sabe que producen micotoxinas se denominan hongos toxigénicos. Este grupo está dominado por tres géneros, a saber:

y en menor medida otros géneros que incluyen Alternaria, Claviceps y Stachybotrys.

[registrados] Las especies de Aspergillus son responsables de la producción de aflatoxinas. Las aflatoxinas se componen de varios compuestos tóxicos, de los cuales B1 (AFB1) es el que se produce en mayor cantidad.

La tasa óptima de crecimiento de estas especies y la temperatura óptima para la producción de aflatoxinas son casi idénticas, con 10–43°c y 12–40°c, respectivamente (Sweeney y Dobson, 1998).

La susceptibilidad a las aflatoxinas de los peces varía entre especies:

 

Las ocratoxinas son producidas por hongos de almacenamiento, como ciertas especies de Penicillium y Aspergillus, siendo la ocratoxina A (OTA) la más común.

Las micotoxinas producidas por Fusarium son contaminantes generalizados de los alimentos para animales y se ha demostrado que causan efectos secundarios biológicos incluso cuando están presentes en bajas concentraciones (Tuan et al., 2003; Adeyemo et al., 2018).

Los tricotecenos y las fumonisinas son los principales grupos de micotoxinas asociados con Fusarium spp. La temperatura óptima para la producción de micotoxinas (25 ± 1°C) cae dentro de la temperatura óptima de crecimiento para Fusarium spp. Muchos autores han señalado que la producción de fumonisinas está influenciada por factores ambientales como el sustrato, el pH, la temperatura y la humedad (D’Mello y Macdonald, 1997; Melcion et al., 1997; Parsons, 2008; Garcia et al., 2012; Janse van Rensburg et al., 2017).

Las fumonisinas son termoestables y solubles en agua.

Las alteraciones metabólicas causadas por las fumonisinas en los peces pueden provocar la desregulación celular, la muerte celular y una disminución del aumento de peso (Tuan et al., 2003; Adeyemo et al., 2018).

 

Greeff-Laubscher et al. (2020) mostraron un aumento significativo en el total de fumonisinas medidas en el agua en la primera medición realizada después de colocar el alimento contaminado en el agua y una disminución significativa en las concentraciones de fumonisinas en el alimento que se sumergió en agua de mar durante 24 hs.

Esta es una fuerte indicación de que las fumonisinas se filtran del alimento al agua en menos de 2 hs. Si bien esto reduce la preocupación de que los peces consuman alimentos contaminados con fumonisinas, aumenta el riesgo potencial para el entorno circundante directo. Si el agua contaminada con fumonisinas entra en contacto con el suelo, las fumonisinas podrían quedarse y representar una amenaza para el ecosistema circundante (Williams et al., 2003).

Es por eso que comprender los cambios en los niveles de micotoxinas cuando los alimentos contaminados con fumonisinas se exponen al agua puede ayudar en futuras evaluaciones de riesgos para determinar los límites permisibles en alimentos destinados a peces

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