Para leer más contenidos de NutriNews Marzo 2016
Podría parecernos que el grado de conocimiento sobre los problemas asociados al empleo de la soja es muy elevado en la actualidad, y posiblemente estaríamos en lo cierto. Sin embargo, nunca está de más hacer una pequeña revisión de los mismos, fundamentalmente porque hay algunas cosas que sí van cambiado con el paso de los años.
Es cierto que el empleo de programas de alimentación con proteína ideal, y la creciente disponibilidad de algunos aminoácidos más ha reducido su nivel de incorporación en las dietas, pero también es cierto que los progresivos incrementos de las necesidades de los pollos han limitado en parte esta diferencia.
Además, la sensibilidad creciente de las administraciones en relación al uso de promotores y antibióticos limita las posibilidades de tratar de forma preventiva o terapéutica posibles problemas de salud intestinal (extremadamente unidos a la calidad de la soja).
Por todas estas razones, la caracterización y la evaluación de la calidad de la soja empleada en la alimentación de los animales es aún en la actualidad uno de los principales problemas de los nutricionistas
Siguiendo el excelente trabajo de Jan van Eys, de 2012, en relación con la presencia de sustancias antinutricionales en la soja, podemos determinar el contenido en ciertos factores que se pueden encontrar en un haba de soja cruda o en una harina de soja.
Contenido en sustancias antinutricionales en la soja (de van Eys)
La ureasa, aunque no es estrictamente un factor antinutricional, se emplea como valor de evaluación del tratamiento de la soja.
(buscar de los factores los mejores para ilustrar sección)
★ Es el factor más peligroso posiblemente, ya que limita la capacidad de digestión de la fracción proteica de la soja, además de parcialmente la de grasa (la lipasa precisa de la tripsina para activarse).
★ Produce además un evidente aumento del tamaño del páncreas (en los pollos, entre el 50 y el 100% de aumento) y problemas de tránsito rápido.
Las lectinas se adhieren a las mucosas de la pared intestinal, causando una alteración de las mismas, con reducción del área de absorción y de la capacidad de empleo de la proteína, con evidente pérdida de crecimiento en los animales.
Las saponinas son glucósidos que se asocian con un sabor amargo de la soja y presentan un cierto efecto hemolítico, pero su actividad no es muy alta.
Ciertos oligosacáridos presentes en la soja son también factores antinutricionales, si bien su acción es más importante en animales más jóvenes, y menor en pollos más grandes y viene determinada por su riqueza relativa, que es diferente en función del origen de la soja. Y producen:
Estas sustancias no son desactivadas por el tratamiento térmico, por lo que se debe recurrir a otros sistemas (fermentación, extracción en alcohol o enzimas) si que quiere reducir su efecto.
Finalmente, existen en la soja otras sustancias, consideradas como agentes alergénicos, tales como la glicina o la conglicina (muy activos en el caso de los cerdos) o los mananos.
Estas sustancias producen reacciones inflamatorias en el intestino, alterando su normal morfología y reduciendo la digestibilidad de los nutrientes, y por tanto, el rendimiento de los animales.
El caso de los galactomananos en la soja es similar, pero con algunas pequeñas diferencias. En primer lugar, indicaremos que los Beta mananos se encuentran, bien que en diferentes proporciones, en una gran variedad de materias primas, tal como indica el cuadro adjunto.
Nivel estimado de Beta-mananos en algunas materias primas:
El problema con estas sustancias es que son estructuralmente idénticas a los mananos que forman parte de las estructuras de fijación de ciertas especies bacterianas y fúngicas, lo que puede provocar una respuesta errónea (innecesaria) por parte del sistema inmune del pollo (que presenta una parte muy significativa de sus estructuras precisamente a nivel digestivo)
Los Beta mananos pueden ser considerados por las células inmunitarias de la mucosa intestinal como un Estructura Molecular Asociada a Patógeno (EMAP) por algunos receptores específicos como los Receptores de Manosa y otros.
Ante una posible agresión, el sistema inmune del animal tiende a reducir las funciones fisiológicas de digestión y absorción, y a potenciar más las funciones defensivas, lo que reduce la asimilación de nutrientes, la ingesta de alimento (tal vez no en forma dramática, pero sí significativa) e incrementa el gasto de nutrientes para esta función defensiva.
Si bien las pérdidas no son muy fáciles de cuantificar, serán evidentemente diferentes en relación con:
Todos estos procesos se recogen en los llamadas Respuestas Inmunes Inducidas por los Alimentos (FIIR por sus siglas en Inglés) y el grado de nutrientes requeridos para su activación y mantenimiento depende de un gran número de factores, aunque no es insensato valorarlo de media en el equivalente a unas 110 kcal de EMA de la dieta (o alrededor de un 3% de la EM de la dieta).
Las respuestas Inmunes Inducidas por los Alimentos se estiman en un equivalente de 110 kcal de EMA
La activación de esta dinámica de inmunoestimulación es relativamente fácil de valorar empleando el análisis de las Proteínas de Fase Aguda, y más específicamente la AGP (α 1-ácidoglicoproteína), que permite medir el grado de extensión de esta respuesta. Estas AGP se ha comprobado que se incrementan conforme se aumentan los niveles de mananos en la dieta.
La inmunoestimulación se valora con el análisis de las Proteínas de Fase Aguda – AGP
*New feed enzyme development., ChemGen Corp. (2009)
El conjunto de los factores antinutricionales presentes en la soja pueden ser clasificados como termolábiles y termoresistentes.
Los termoresistentes no serán destruidos (aunque en algunos casos pueden ser limitados) por el uso de los tratamientos térmicos, por lo que se deberán emplear sistemas de reducción basados en otros sistemas (fermentación, extracción en alcohol o uso de enzimas específicas) si se pretende reducir su impacto sobre el resultado zootécnico. Tal vez eso explicaría la diferente eficacia de sojas de diferentes orígenes que presentan, con los análisis normales, similar grado de tratamiento.
Es por todo lo expuesto, imprescindible desarrollar sistemas de análisis que, bien solos o combinados, nos permitan una evaluación real y coherente de la calidad de la soja, y no sólo de su tratamiento térmico.
Como dice algún prestigioso nutricionista, “trabajamos con dos materias primas, y no nos las sabemos”.
Es de esperar que, en los próximos años, se desarrollen trabajos que permitan:
Por otra parte, en la dinámica de reducción de sustancias antibióticas clásicas a la vez que de abaratamiento de las dietas, los efectos de reducción de la digestibilidad y de incremento del gasto metabólico asociado a estos factores de estimulación inmune son un elemento de coste que no debe ser olvidado por los responsables nutricionales de las empresas.
MÁS CONTENIDOS DE Elanco Spain S.L.U.