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En la actualidad, es evidente que la genética disponible en ponedoras comerciales nos ofrece animales con una enorme persistencia de puesta, una evidente mayor resistencia a procesos patológicos y unos consumos siempre moderados de pienso. Evidentemente, en estas circunstancias, el alargamiento de la vida comercial de estos animales es una práctica cada vez más común, de modo que muchos lotes de gallinas pueden superar las 110 semanas de vida sin mayores problemas.
Además, el coste de mantenimiento en granja es bastante estable a lo largo de la vida del ave, por lo que en primera instancia el análisis económico viene dado por la relación entre la puesta de los animales y el consumo de pienso. Desde este punto de vista, parece que alargar la vida comercial de las gallinas es siempre un buen negocio.
Todo en la vida tiene una cara B, y en este caso hablamos de aquellos factores que pueden significar que este análisis no sea tan evidente. Entre ellos, una mayor mortalidad de las aves como consecuencia de problemas esqueléticos, hepáticos o digestivos, un incremento de las posibilidades de problemas bacterianos de riesgo para los consumidores o una reducción de la calidad de los huevos producidos.
Especialmente, este último factor puede ser determinante a la hora de decidir eliminar un lote de gallinas que aún mantienen una buena tasa de postura, especialmente cuando, por normativas de los diferentes países, o por implicaciones de otra índole, la muda no sea una opción disponible.
No por repetido es menos cierto que la persistencia de la producción de huevos de calidad de las aves depende, en muy gran medida, de las condiciones en las que se produce la cría y recría de las mismas, y de la entrada en producción. Es interesante comprobar cómo acontecimientos que tienen lugar en las primeras semanas de vida tienen tan altas implicaciones 100 semanas más tarde.
Factores a considerar
Asegurar un desarrollo correcto del animal en el arranque, donde el objetivo no es solamente obtener un determinado peso, si no lograr animales con un desarrollo digestivo, esquelético y muscular suficiente.
Para ello, no sólo hay que centrarse en las características nutricionales del alimento, que también es fundamental, además, hay que conseguir consumos suficientes del mismo en los animales.
No basta que el pienso tenga de todo lo que el ave precisa, es fundamental que se lo coma.
Mejorar en lo posible las condiciones ambientales de la instalación, vigilar las densidades, extremar los estímulos y, sobre todo, lograr un alimento con una presentación física atractiva para las gallinas (cuidado con dietas en harinas bajas en grasa y muy pulverulentas).
Tratar de evitar pérdidas de peso a lo largo de la cría, ajustando lo mejor posible los manejos a lo largo de la misma, estimulando los consumos y vigilando especialmente las densidades. En este periodo la formación y estabilización del hueso cortical es fundamental para evitar problemas posteriores de mortalidad.
Finalmente, alcanzar el principio de la puesta con un peso y un consumo ajustado a las especificaciones de las estirpes, y acompañar el principio de la producción con dietas formuladas, en cuanto a su densidad, a los consumos reales de los animales.
Nutrición mineral de las gallinas de larga vida
Calcio y Fósforo, con sus condicionantes de calidad
En general el hueso contiene aproximadamente 98 a 99% del calcio total del cuerpo y un 80 a 85% del total del fósforo.
El hueso de las gallinas ponedoras está formado por el hueso estructural (cortical y trabecular) que se forma normalmente antes de las 18 semanas de vida, y el hueso medular que se forma a partir de las 18 semanas con la madurez sexual de las pollitas.
Nuestro mayor interés se encuentra en el hueso medular, ya que es el más activo metabólicamente y es la principal reserva de calcio de disponibilidad inmediata.
Cuando las gallinas ponedoras envejecen su capacidad para absorber Ca por el intestino y su movilización desde los huesos se reduce en forma significativa. Por eso es muy importante constituir una buena reserva de Ca en el hueso medular para que esté disponible en momentos críticos de alta demanda.
Esta reserva se moviliza hacia la glándula uterina para formar la cáscara, con la mediación de la hormona paratiroidea (PTH), que es secretada por la glándula paratiroides cuando los niveles de Ca en la sangre disminuyen.
Este proceso está también regulado por la Vitamina D (hormona calcitriol) 1,25(OH)2D3 . Ambas hormonas actúan en conjunto movilizando Ca desde el hueso medular, estimulando la reabsorción renal de Ca y aumentando la absorción intestinal del mismo. La reabsorción renal del Ca se intercambia con la eliminación de fósforo.
Figura 1. Homeostasis del calcio (modificado de Soares, 1984).
Figura 2. Vitamina D3 y sus metabolitos
En las ponedoras la absorción intestinal de Ca es relativamente baja, entre 40 a 60% del Ca ingerido y disminuye con la edad. La retención del Ca absorbido aumenta de 40 al 80% durante la formación de la cáscara.
En general, los requerimientos de Ca aumentan con la edad mientras que los de P disminuyen, de ahí la importancia de mantener el fósforo disponible de la dieta bajo y tener cuidado con los márgenes de seguridad muy amplios que nos pueden llevar a excesos de fósforo, lo cual afectará la calidad de la cáscara.
La cáscara del huevo está formada, aproximadamente, por un 95% de carbonato cálcico, mayoritariamente en forma de cristales de carbonato de cálcico, y un 5% de material orgánico, formado por una matriz orgánica y las membranas de la cáscara.
La deposición del Carbonato cálcico en la cáscara del huevo ocurre en la glándula uterina a partir del Calcio disponible en sangre y mediante la formación de bicarbonato por la hidratación del CO2, que está mediado por la enzima Anhidrasa carbónica, que tiene como cofactor al Zn.
El estrés por calor, así como también altos niveles de sodio, cloruro y las sulfamidas, pueden inhibir la actividad de la enzima anhidrasa carbónica afectando la calidad de la cáscara.
El tamaño de la partícula del Carbonato de Calcio influye en forma importante en la calidad de la cáscara y en recuperar el hueso medular y disminuir la osteoporosis en las gallinas ponedoras.
Cuando las gallinas ponedoras envejecen su capacidad para absorber Ca por el intestino y su movilización desde los huesos se reduce en forma importante.
A medida que la gallina envejece y debido al incremento en el tamaño del huevo el porcentaje de peso de la cáscara y el grosor de la misma tienden a disminuir. También se presenta disminución en la cantidad de cutícula y deterioro de las características estructurales de la cáscara.
Tabla 1. Influencia del peso del huevo sobre el peso de la cáscara y su contenido de Calcio.
Se considera que una ponedora requiere un mínimo de 2 gr/día de Ca para formar la cáscara del huevo y unos 0,6 gr/día para mantenimiento. Entonces, tiene un requerimiento mínimo de 2,6 gr/día de Calcio.
Considerando un 55% de eficiencia en la absorción, se requieren 4,73 gr de Calcio al día y si el consumo de alimento es de 110 gr al día, el contenido de Calcio en el alimento deberá ser de 4,3% de Ca.
En climas calientes cuando las gallinas jadean por estrés calórico se produce una baja de carbonato en la sangre lo que genera cáscaras frágiles, por tal motivo puede ser positivo añadir Bicarbonato de Sodio en el alimento.
El Magnesio forma parte de la matriz mineral del hueso y de la cáscara del huevo, permitiendo el arreglo ordenado de los cristales de Hidroxiapatita, lo que les da estabilidad a estas estructuras.
Cantidades muy elevadas de hierro, aluminio y magnesio pueden interferir con la absorción de fósforo formando fosfatos insolubles.
El Zinc es un cofactor de la Anhidrasa carbónica que es esencial para la formación de la cáscara del huevo y de enzimas esenciales para el funcionamiento del sistema inmune, de tal modo que una deficiencia de Zn puede generar deterioro de la calidad de la cáscara.
El Manganeso entre otras funciones interviene en la formación del cartílago de los huesos y de las membranas internas y la matriz orgánica de la cáscara del huevo lo que sirve de soporte para la deposición de la matriz mineral y le da flexibilidad lo cual mejora la integridad y la resistencia de la cáscara del huevo.
Vitaminas implicadas.
La vitamina D está implicada en el metabolismo del calcio y el fósforo trabajando en conjunto con la parathormona y la paracalcitonina.
La vitamina C es esencial entre otras funciones para la biosíntesis de colágeno que forma parte de la membrana interna de la cáscara del huevo y le da resistencia y elasticidad. También ayuda a reducir el estrés al reducir los niveles de cortisol en la sangre.
Recomendaciones para mantener buena calidad de cáscara en las gallinas viejas
Estatus e importancia del Hígado
El hígado es el órgano por excelencia con mayor carga metabólica de la gallina ponedora.
Produce ácidos biliares de suma importancia para la emulsión y digestión de las grasas, lo cual favorece también la absorción de vitaminas liposolubles, pigmentos etc.
Metaboliza los carbohidratos a glucosa como fuente de energía y puede almacenarla como glucógeno. Puede también producir glucosa a partir de algunos aminoácidos y del glicerol de los triglicéridos.
Produce lípidos a partir de carbohidratos mediante la lipogénesis, siendo este un mecanismo de alta demanda en la ponedora para producir todos los lípidos que requiere para la formación de la yema del huevo.
Metaboliza lípidos para formar triglicéridos y también los oxida mediante la beta oxidación, si bien esta se realiza también en otros tejidos como el músculo, riñones etc.
Sintetiza proteínas a partir del pool de aminoácidos circulantes provenientes de la digestión y absorción de las proteínas.
Interviene en la función de eritropoyesis.
Es un importante depósito de vitaminas, A, D, E, K, B12. Esta última, a diferencia de las otras vitaminas hidrosolubles, se puede almacenar en forma importante.
Tiene una importancia relevante en la eliminación y/o transformación de compuestos tóxicos (xenobióticos) fármacos, micotoxinas, insecticidas etc.
Tabla 2. Composición (%) del huevo de La Gallina
Principales problemas que afectan al hígado
Un aumento en la producción de Especies Reactivas de Oxígeno (ERO) en relación a los antioxidantes, puede iniciar reacciones oxidativas en cadena y peroxidación lipídica que causan daños graves a las células. Hay que evitar el uso de grasas rancias y usar buenos niveles de antioxidantes tanto en los aceites como en el alimento.
Las ERO, anión superóxido y peróxido de hidrógeno, son reducidas por reacciones catalizadas por las enzimas Superóxido Dismutasa (SOD) y Glutatión Peroxidasa (GSH-Px) respectivamente.
Los oligoelementos cobre (Cu), hierro (Fe), manganeso (Mn) y zinc (Zn) forman parte de la estructura proteica de la SOD y el selenio (Se) forma parte de la GSH-Px.
Síndrome de Hígado Graso
El hígado graso o esteatosis hepática es una acumulación de grasa en el mismo, a la necropsia se observa un hígado generalmente agrandado, pálido o amarillento y friable al tacto. Puede llegar a presentar zonas hemorrágicas y petequias, pudiendo llegar a generar rotura hepática y la muerte.
El hígado graso no funciona adecuadamente y dependiendo del grado de incidencia será el nivel de afectación sobre la producción y la calidad de los huevos y en general sobre la salud de las gallinas.
Causas principales del Hígado Graso
Elevado consumo de energía debido a alimento muy concentrado y/o consumo de alimento elevado. Con alimento granulado o en migajas generalmente hay más consumo que con alimento en harina.
Dietas muy altas en carbohidratos con lo cual aumentará la necesidad de producción de grasa para la yema del huevo y esto aumenta el esfuerzo metabólico del hígado.
Alta temperatura ambiental que disminuye los requerimientos energéticos.
Aves en jaulas con menores necesidades de mantenimiento tienen más predisposición que aves en piso.
Presencia de micotoxinas en el alimento que afectan negativamente el hepatocito y en general el funcionamiento hepático, pudiendo también generar fragilidad capilar entre otros.
Dietas con bajo contenido de colina.
Alimento con grasas rancias cuyo impacto negativo dependerá también de los niveles de Vitamina E y/o Selenio.
Principales consecuencias de un estado anómalo del Hígado
Baja de producción de huevos, aves obesas con abundante acumulo de grasa abdominal, puede haber incremento de mortalidad por ruptura hepática.
Incremento en el número de huevos con cáscara frágil al estar disminuida la transformación hepática de la Vitamina D3 al metabolito 25(OH)D3 el cual requiere una hidroxilación adicional en el riñón para obtener la forma activa que es 1,25(OH)2 D3.
Pérdida de color de la cáscara, en gallinas marrones, por déficit de producción de protoporfirina.
Formas de reducir el problema de Hígado Graso
Formular un alimento isoenergético y que aporte la mayor parte de los lípidos que requiere la gallina para formar la yema del huevo disminuirá la presión metabólica sobre el hígado, en lugar de tener que sintetizar dichos lípidos a partir de carbohidratos.
Usar alimento en harina y no en migajas ni granulado. Regular el consumo de alimento.
Uso de grasa y/o aceites, así como subproductos con alto contenido de grasa y/o aceite residual libres de rancidez.
Suplir cantidades suficientes de Vitamina E y Selenio (Se) de ser posible “orgánico”.
Agregar metabolitos de la vitamina D3 que no requieren de la biotransformación en el hígado, tales como el 25(OH)D3 y el 1,25(OH)2D3. De este modo se puede aliviar las consecuencias relacionadas con el metabolismo de la Vitamina D3 cuando hay daño hepático, como puede ser la mala calidad de la cáscara.
Usar un secuestrante de micotoxinas que garantice al menos una buena neutralización de las Aflatoxinas en caso de estar presentes.
La suplementación de agentes lipotrópicos tales como Colina , Metionina, Betaína y Vitamina B12 ayudan a movilizar la grasa del hígado y apoyan la recuperación de las aves afectadas
Agregar en el agua o en el alimento, aditivos derivados de plantas tales como Silimarina (Cardo lechoso), Extracto de Cynara (Alcachofa), Romero, etc. son también una buena opción terapéutica para ayudar a recuperar el hígado.
Estado del intestino
A lo largo de su vida productiva, el estado del epitelio intestinal sufre una progresiva degradación como consecuencia, entre otras cosas, del empleo de dietas muy ricas en cenizas, que resultan ser abrasivas para el epitelio, por la acción prolongada de ciertas micotoxinas, aún en dosis muy bajas, o por el progresivo efecto de los factores antinutricionales de algunas materias primas.
Como consecuencia, las vellosidades intestinales pierden tamaño, las uniones firmes se deterioran, y la permeabilidad puede incrementarse.
Este aumento de la permeabilidad intestinal puede estar detrás de la aparición de problemas patológicos, o incluso de procesos zoonóticos en las gallinas. El riesgo de salmonelosis puede incrementarse de forma evidente en este periodo de final de vida, así como colisepticemias, cojeras de origen bacteriano, y otros procesos patológicos que incrementarán la mortalidad de las aves, reduciendo su rentabilidad.
Independientemente de esta posible mortalidad, un intestino deteriorado reducirá la capacidad de digestión y absorción de los nutrientes, específicamente el calcio, pero también aminoácidos o fuentes de energía, reduciendo la capacidad productiva de las aves.
Será, por tanto, de gran importancia para prolongar la vida comercial de las gallinas mejorar en lo posible el estado del intestino de estas, con el empleo de aditivos que reparen la pared intestinal (butirato puede ser un buen aliado), reduzcan el estrés osmótico (betaína, por ejemplo), mejoren el estado de las uniones firmes (minerales orgánicos pueden ir aquí) o permitan un mejor balance de la biota intestinal (pro y prebióticos, ciertos extractos vegetales, etc).
Pero no se nos debe olvidar que, en este periodo de la vida de las gallinas, la digestibilidad de la dieta será aún más importante que la concentración de la misma.
No se trata de poner en el pienso todos los nutrientes, incluso de forma excesiva, si no de asegurarnos que el animal será capaz de emplearlos.