Brasil, uno de los principales actores mundiales en producción agrícola, se encamina a alcanzar una cosecha histórica de cereales, leguminosas y oleaginosas en 2025.
Brasil, uno de los principales actores mundiales en producción agrícola, se encamina a alcanzar una cosecha histórica de cereales, leguminosas y oleaginosas en 2025.
Según datos divulgados por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), se estima que el país recolectará un total de 332,6 millones de toneladas, lo que representa un aumento del 13,6 % respecto a la cosecha del año anterior.
El crecimiento de la producción viene acompañado de una expansión en el área cultivada, que alcanzará los 81,2 millones de hectáreas. Esta superficie supera en un 2,7 % la registrada en 2024, lo que equivale a 2,1 millones de hectáreas adicionales.
El buen desempeño del sector se atribuye a una combinación de factores: entre ellos, la ampliación de las zonas de siembra y, especialmente, las condiciones climáticas favorables que prevalecen en la mayoría de las regiones productivas del país.
Entre los principales cultivos, la soya destaca como el motor de esta expansión con una producción estimada en 165,2 millones de toneladas. El algodón también muestra un desempeño notable, con proyecciones que alcanzan los 9,3 millones de toneladas. Junto al arroz y el maíz, estos tres cultivos concentran el 92,7 % de la producción nacional y ocupan el 87,9 % del área total cultivada.
Sin embargo, no todos los cultivos muestran la misma tendencia. El área destinada al frijol ha experimentado una reducción del 4,7 %, mientras que el trigo registra una disminución aún más significativa del 14,2 %.
En cuanto al análisis regional, todas las grandes zonas productoras del país presentan un crecimiento en sus proyecciones anuales. El Centro-Oeste lidera con un aumento del 17,5 %, seguido por el Norte (14,5 %), el Sureste (14,7 %), el Noreste (8,7 %) y el Sur (7,6 %).
Desde una perspectiva agronómica, estos datos reflejan la resiliencia y capacidad de adaptación del agro brasileño frente a los desafíos climáticos y económicos.
La apuesta por tecnologías de producción, el manejo eficiente de los recursos y una infraestructura logística cada vez más consolidada permiten al país seguir posicionándose como uno de los pilares de la seguridad alimentaria global.
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