Rasgos de bienestar subyacentes que afectan el comportamiento alimentario
El comportamiento alimentario (regulado por la retroalimentación entre el apetito y la saciedad) es la respuesta al mecanismo homeostático que motiva a un animal a adquirir nutrientes.
Estos procesos dinámicos pueden ser modulados por factores como:
Comportamiento social y temperamento
El ganado lechero es un animal social y tiende a establecer una jerarquía de dominio, particularmente cuando los recursos son limitados, como en el comedero (Grant y Albright, 1995). El rango de dominancia determina la prioridad de acceso a recursos como el alimento (Gonzalez et al., 2008).
El ganado lechero criado en sistemas intensivos tiene una disponibilidad limitada de espacio por animal en el comedero, lo que puede exacerbar los efectos de la competencia alimenticia.
Además de la disponibilidad de espacio, el diseño del comedero también puede influir en el comportamiento de dominancia.
La competencia puede aumentar en situaciones en las que un espacio de alimentación restringido converge con una disponibilidad de alimento limitada. Esta competencia a menudo da como resultado comidas más cortas pero más rápidas, lo que aumenta la tasa de alimentación (ver «Comportamiento Alimentario en bovinos de leche. Parte I«) y, en consecuencia, el riesgo de acidosis.
En los sistemas de pastoreo, la dominancia también tiene un impacto en el comportamiento alimentario y la ingesta, ya que los animales dominantes tienen acceso prioritario a alimentos de la mejor calidad (Barroso et al., 2000). Esto suele tener una correlación directa con la producción lechera, siendo las vacas dominantes las que más producen. [registrados]
El dominio social está fuertemente correlacionado con la edad, el tamaño corporal y la antigüedad de la vaca (Šárová et al., 2013).
Galindo y Broom (2000) identificaron un rasgo de dominancia llamado «Índice de desplazamiento», basado en el número de veces que una vaca desplaza a otra, que determina el tiempo de alimentación, mostrando que los individuos más dominantes pasan más tiempo alimentándose.
El comportamiento social se puede manejar a través de cambios en las instalaciones, ya que la disponibilidad de alimento y el espacio afectarán la competencia.
El tiempo adicional de alimentación utilizado por los individuos más dominantes puede aumentar la secreción salival, reducir el tamaño de las partículas del alimento y, por lo tanto, ser beneficioso para la fermentación del rumen (Owens et al., 1998).
Los efectos negativos de la competencia social por las vacas subordinadas pueden mitigarse proporcionando un mayor espacio de alimentación y aumentando la frecuencia de las entregas de alimento para reducir la competencia entre compañeros de corral (Gonzalez et al., 2012).
El temperamento también puede tener un efecto significativo en el comportamiento de alimentación.
Un estudio de Llonch et al. (2018) en ganado de carne observó que los animales temperamentales visitaban el comedero con más frecuencia y pasaban, en promedio, menos tiempo comiendo por comida, y también comiendo menos alimento por comida. Los mismos autores plantearon la hipótesis de que, en el área de alimentación, el ganado más temperamental es más reactivo a la presencia de otros compañeros de corral, lo que aumenta la probabilidad de interrupción de la alimentación.
Sin embargo, aún no está claro si esto conduce a una reducción de la productividad y se necesitan más estudios para confirmar una posible asociación entre el temperamento, el comportamiento alimentario y la productividad en el ganado lechero.
Efectos ambientales
Una de las mayores amenazas para el bienestar y la productividad del ganado lechero asociado con el medio ambiente es el estrés por calor, causado por la alta temperatura y humedad ambiental.
El estrés por calor es particularmente relevante en el ganado lechero, ya que los efectos sobre la producción de leche y el rendimiento reproductivo pueden ser graves (West, 2003). Los cambios en el comportamiento y las prioridades metabólicas alteran notablemente el metabolismo de nutrientes posterior a la absorción ( Polsky y von Keyserlingk, 2017).
Las vacas lecheras de alto rendimiento son muy sensibles al estrés por calor con consecuencias negativas en la producción de leche, el contenido de grasa y proteína de la leche y la salud (Bernabucci et al., 2010). Además, cambian su patrón de alimentación normal para comer cuando la temperatura es más baja, es decir, al amanecer y al anochecer y el tiempo de alimentación se concentra en períodos más cortos del día.
Por otra parte, las vacas mostrarán preferencias por comer alimento concentrado en lugar de fibra. Esta preferencia se debe a una menor producción metabólica de calor asociada con el alimento concentrado en comparación con el alimento rico en fibra (Lu et al., 1989).
Tanto el aumento en la frecuencia de las comidas durante la época crepuscular como la preferencia por alimentos concentrados (asociados a una menor ingesta de forraje), conducen a un mayor riesgo de acidosis ruminal (Collier et al., 2007).
Existen diferentes estrategias para mitigar el efecto del estrés por calor en el ganado que incluyen proporcionar:
En un estudio con vacas lecheras sometidas a altas temperaturas, donde el agua de bebida estaba refrigerada (de 28 a 10°C), Milam et al. (1986) reportaron una disminución en la temperatura corporal, un aumento en el consumo de alimento y una mayor producción de leche en vacas que recibieron agua refrigerada.
Otra herramienta consiste administrar dietas con mayor densidad energética (reducir la proporción de fibra detergente neutra, aumentar la proporción de fibra digestiva y aumentar la parte concentrada de la dieta).
Los tratamientos dietéticos también se pueden utilizar para modificar el comportamiento de alimentación en el ganado estresado por el calor. Por ejemplo:
Conclusiones
El comportamiento alimentario se puede medir utilizando diferentes criterios como:
Las comidas más frecuentes y más cortas se asocian con un uso más eficiente del alimento; mientras que un mayor tiempo de rumia generalmente resulta en una mayor producción de leche.
El comportamiento de selección conduce a una ingesta de nutrientes desequilibrada y a una fermentación ruminal alterada, lo que da como resultado una eficiencia deficiente de la digestión.
Los cambios en el comportamiento de alimentación pueden ayudar a identificar problemas de salud como acidosis o cojera. Una reducción en el tiempo de rumia es un indicador confiable de problemas de salud.
Un aumento en el tamaño de la comida o en la selección de partículas pequeñas puede aumentar el riesgo de acidosis ruminal, lo que puede facilitar una mayor incidencia de cojera.
El comportamiento natural del ganado basado en la jerarquía social dentro de los grupos tiene un impacto significativo en el comportamiento alimentario, especialmente en situaciones de acceso limitado al alimento.
Proporcionar suficiente espacio para que las vacas expresen su comportamiento de alimentación a voluntad puede mejorar la eficiencia alimenticia.
El estrés por calor tiene un efecto significativo en el comportamiento alimentario, ya que reduce el consumo de alimento y altera el patrón de alimentación, lo que aumenta el riesgo de acidosis ruminal. La investigación y la innovación en el comportamiento alimentario pueden generar avances en el bienestar animal y la eficiencia de la producción♦
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