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Cromo: el ajuste final de la dieta
Los bovinos logran expresar su potencial genético y reproductivo cuando cubren sus requerimientos nutricionales.
Cuando el animal alcanza una concentración elevada de glucosa en sangre se libera insulina: esta hormona actúa como una “buena noticia” que estimula al animal a afrontar situaciones como la adaptación a cambios, la actividad inmune o la fertilidad.
El cromo es aportado por el alimento o debe ser suplementado. Dentro de los forrajes, la familia de las leguminosas son las que poseen mayor concentración (0,2 a 4 ppm MS) seguidas por las gramíneas (0,1 a 0,35 ppm), y siendo aún menor en los cereales (0,01 a 0,55 ppm), donde el grano de maíz es especialmente deficiente (0,02 ppm-MS) (Lashkari et al., 2018).
La única forma por la cual el cromo es biodisponible para los animales es el cromo trivalente (Cr+3), el cual se encuentra asociado a material orgánico. Cuando este elemento ingresa al organismo como cromo hexavalente (Cr +6 ) no es absorbido y puede ser útil como indicador inerte de consumo de materia seca (Kim et al., 2005).
El Cr es transportado en la sangre unido a transferrina para luego ser tomado por los tejidos sensibles a la insulina, hormona encargada de estimular su captación. Cuando la insulina se une a los receptores de superficie en las células, el Cr es captado por una proteína llamada cromodulina, que a su vez estabiliza el complejo hormona- receptor y facilita su acción activando la tirosina-cinasa del mismo.
En el momento en que la insulina deja de actuar, la cromodulina unida a Cr es liberada de la célula (Vincent, 2000). El Cr endógeno se elimina especialmente por orina, mientras que cantidades menores lo hacen por materia fecal y por leche (Bowen et al., 2009).
Requerimientos de Cromo