CARBOHIDRATOS EN EL GATO: PARTICULARIDADES METABÓLICAS
Debido a las presiones evolutivas, los gatos desarrollaron diversas adaptaciones anatómicas y fisiológicas en los procesos de digestión, absorción y metabolismo de los carbohidratos que reflejan su verdadera naturaleza carnívora (Pekel et al., 2020; Li y Wu, 2024). |
Desde el punto de vista anatómico, el tracto gastrointestinal felino es relativamente corto en comparación con animales omnívoros. Por otra parte, el intestino grueso, no posee microvellosidades y el ciego es poco desarrollado, a pesar de lo cual cuenta con una buena carga bacteriana (Osorio y Cañas, 2012; Pekel et al., 2020; He et al., 2024; Li y Wu, 2024).
En relación a los procesos digestivos, la amilasa salival está ausente o es muy escasa en la saliva felina. De igual forma, la amilasa pancreática y disacaridasas como la maltasa, poseen actividad reducida, mientras que la digestión enzimática de la lactosa y la fructosa es prácticamente nula en gatos adultos (Osorio y Cañas, 2012; Verbrugghe y Hesta, 2017; Pekel et al., 2020; Li y Wu, 2024).
Los aspectos anatómicos, digestivos y metabólicos mencionados, determinan una capacidad mucho menor de digestión y utilización del almidón dietético en el intestino delgado del gato, en comparación con los perros (Verbrugghe y Hesta, 2017). |
Sin embargo, resulta evidente que, aunque los CHO no hacen parte de la dieta habitual del felino doméstico, la mayoría de los alimentos comerciales destinados a esta especie actualmente disponibles en el mercado contienen como ingrediente principal cereales ricos en almidón (maíz, arroz, entre otros), a un nivel de inclusión que puede superar el 40% (Case et al., 2011; ANFAAC, 2020; Pekel et al., 2020; Laflamme et al., 2022; Singh y Singh, 2024). |
Volvemos entonces al cuestionamiento inicial: ¿Pueden los gatos consumir carbohidratos en la dieta regular, o estos se convierten en enemigos silenciosos de la salud felina?
¿PUEDE O NO PUEDE?
En líneas generales, los CHO no son esenciales y no hacen parte de la dieta habitual del felino doméstico, por lo que no hay requisitos establecidos de carbohidratos dietéticos para gatos (Kirk, 2011; Fascetti, 2013; Verbrugghe y Hesta, 2017; Laflamme et al., 2022; Kayser et al., 2024; Li y Wu 2024).
Sin embargo, la glucosa sí cumple un rol fisiológicamente indispensable para esta especie, al existir diversos órganos y tejidos como el cerebro, los glóbulos rojos, los leucocitos, células especializadas en la médula renal, los testículos y los ojos, que dependen exclusivamente de este carbohidrato para cubrir sus necesidades energéticas (Case et al., 2011; Verbrugghe y Hesta, 2017; ANFAAC, 2020; Laflamme et al., 2022; Kayser et al., 2024; Li y Wu, 2024; Singh y Singh, 2024). De tal forma que es indispensable para el gato mantener una concentración estable de glucosa en sangre (3,9-6,7 mmol/L) (Osorio y Cañas, 2012; Pekel et al., 2020; Li y Wu 2024).
Esta alta demanda endógena de glucosa no puede ser satisfecha únicamente por los escasos carbohidratos presentes en la dieta natural felina, basada en presas, por lo que el gato ha desarrollado una alta capacidad de síntesis de glucosa vía gluconeogénesis, utilizando como combustibles principales los aminoácidos y las grasas presentes en su dieta natural, produciendo glucosa de forma continua (Osorio y Cañas, 2012; Verbrugghe y Hesta, 2017; Pekel et al., 2020K; Kayser et al., 202;4 Li y Wu, 2024). |
Es necesario resaltar que, aunque la vía gluconeogénica podría ser suficiente para suplir las demandas energéticas de glucosa a partir de las proteínas de la dieta, esto no implica que los gatos no puedan utilizar los carbohidratos en la dieta como fuente de energía (McKenzie, 2022), lo que es especialmente válido durante estados fisiológicos energéticamente demandantes como la gestación y la lactancia en gatas adultas (Danks, 2016; NRC, 2006; Kirk, 2011; Kayser et al., 2024). |
De igual forma, estudios han demostrado que la fracción de CHO en la dieta a base de presas consumida por gatos en su ambiente natural puede alcanzar de 10 a 15%, lo que implica que incluso en la naturaleza los gatos podrían tolerar una fracción mayor de CHO en su alimentación (Fascetti, 2013; Danks, 2016; Laflamme et al., 2022).
Por otra parte, la menor longitud del tracto gastrointestinal del gato, la carencia de la enzima amilasa salival, la baja actividad de las enzimas amilasa intestinal y pancreática y la prácticamente ausente glucoquinasa hepática, en comparación con el perro, podría ser compensado con una mayor área de superficie de absorción mucosa (Osorio y Cañas, 2012; Pekel et al., 2020; He et al., 2024; Li y Wu, 2024) y por la existencia de mecanismos enzimáticos alternativos como la presencia de las enzimas hexoquinasa I, fosfofructoquinasa y piruvatoquinasa. |
Al existir estas 3 enzimas en el hígado felino en concentraciones mayores en comparación con el perro, potencialmente compensan la ausencia de la glucoquinasa y posibilitan la fosforilación y oxidación de la glucosa (Osorio y Cañas, 2012; Li y Wu 2024), reflejando la capacidad de adaptación de las enzimas digestivas felinas (Verbugghe y Hesta 2017).
Por otra parte, aunque los gatos solo producen entre 2-5% de la amilasa pancreática producida por el perro, pueden digerir CHO complejos como el almidón con alta eficiencia equivalente, alcanzando hasta el 90% o 100% en el gato adulto (Osorio y Cañas, 2012, Verbugghe y Hesta, 2017, Li y Wu, 2024). Adicionalmente, el patrón de consumo de múltiples comidas pequeñas a lo largo del día favorece una ingesta reducida pero regular de CHO lo que puede complementar su fisiología enzimática (Fascetti, 2013).
Las consideraciones anteriores permiten sustentar que, a pesar de las limitantes descritas, los gatos pueden digerir, absorber y utilizar CHO de forma eficiente, incluso en las cantidades comúnmente contenidas en los alimentos comerciales para felinos. Sin embargo, para que esto sea posible, el almidón utilizado en los alimentos secos formulados debe necesariamente ser sometido a procesamiento y cocción (Kirk, 2011; Fascetti, 2013; Verbugghe y Hesta 2017).
Este proceso permite que el almidón se gelatinice, lo que favorece su hidrólisis por enzimas intestinales mejorando su digestibilidad y evitando efectos adversos. El almidón gelatinizado también proporciona integridad estructural a la croqueta, evitando que se desmorone (Case et al., 2011; Williams, 2019; ANFAAC, 2020; Singh y Singh, 2024) y al interactuar con las proteínas presentes contribuye a mejorar la textura y el sabor (Danks, 2016; Verbugghe y Hesta, 2017; Corsato et al. 2021).
Sin embargo, es importante señalar que aún con este procesamiento y los ajustes metabólicos descritos, el gato no puede hacer frente a altas concentraciones de carbohidratos en la dieta. Existe evidencia de que al suministrar dietas que superan el 40-50% de carbohidratos, incluso procesados y cocidos, los gatos pueden limitar voluntariamente su ingesta, comprometiendo la capacidad de la ración para cubrir todos los demás requisitos de nutrientes, especialmente las proteínas. |
Es notoria la tendencia que hoy apunta a definir a los CHO como innecesarios e incluso perjudiciales en la alimentación de los gatos domésticos, premisa que se basa fundamentalmente en su naturaleza carnívora y en las particularidades anatómicas y metabólicas que condicionan el uso de esta fracción en la dieta. |
Por otra parte, el uso creciente de CHO en el alimento balanceado comercial felino, se cita con frecuencia como poco saludable e incluso responsable de patologías específicas, por lo que existe la controversia en relación a si estos son realmente beneficiosos como fuente de energía o si por el contrario son un enemigo silencioso que afecta negativamente la salud felina.
La evidencia analizada señala que los gatos sanos, aun con las especificaciones metabólicas descritas, pueden utilizar los CHO de forma tan eficiente como el perro, siempre que estén debidamente procesados y cocidos y formen parte de una dieta nutricionalmente completa y equilibrada, convirtiéndose en fuente de energía que permite satisfacer de manera eficiente el requerimiento celular de glucosa y ahorrando proteínas que, al no ser utilizadas como combustible gluconeogénico, son dirigidas a la síntesis de tejido.
Sin embargo, las investigaciones también indican que los CHO (procesados y cocidos) no deben predominar y/o ser excesivos en la dieta regular del gato, garantizando así que se cubran los requerimientos de otros nutrientes, particularmente proteínas.
En síntesis, es posible utilizar los CHO en la dieta de los gatos domésticos siempre que se procesen adecuadamente, se respeten las proporciones recomendadas y se garanticen los parámetros de calidad y cantidad de este ingrediente, sin olvidar que, a pesar los procesos adaptativos, el gato debe ser alimentado siguiendo las especificaciones que exige su naturaleza de carnívoro estricto.
REFERENCIAS
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