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Posiblemente el lector conozca y hasta haya hecho uso de este refrán en más de una ocasión.
Esta expresión, que data de tiempos remotos, remarca la importancia de enfocar correctamente el punto de vista, para evitar perdernos parte de la realidad.
Muy lindo y útil. Ahora sólo faltaría saber qué tiene que ver con la nutrición y la ganadería latinoamericana.
El punto es que tal vez el sector esté pasando por alto algunas cuestiones que, entiendo, merecen mayor relevancia. Sobre todo, en un contexto en el que los consumidores son cada vez más exigentes.
Sabemos con exactitud la mejora que causa en los costos el aumento de la digestibilidad de una fracción de la dieta, pero ¿conocemos con esa misma exactitud la disminución que genera en la huella de carbono?
Estamos al corriente de los beneficios de una dieta equilibrada para cada categoría, pero: ¿tenemos en cuenta la mejora en el bienestar animal, por ejemplo, en términos de prevención de caudofagia en el caso de los cerdos?
La mera posibilidad de que los propios no veamos todo el bosque, me hace pensar en cómo lo verán los ajenos: ¿Tendremos alguna responsabilidad en dicha imagen? ¿Podemos hacer algo para mejorarla?
Considero que sí, no sólo porque los consumidores lo merecen, sino también porque hay mucho por contar y de lo que enorgullecerse.
¡Que aproveches la lectura!