Las micotoxinas o toxinas fúngicas son metabolitos secundarios producidos por mohos desarrollados bajo ciertas condiciones de estrés, como la humedad o la temperatura y suponen un serio riesgo tanto para la salud humana como animal.
No se trata de un problema contemporáneo, ya que existen indicios de que algunas epidemias antiguas pudieron tener su origen en estos compuestos tóxicos.
Ciertamente en la actualidad, contamos con mecanismos que ayudan a reducir la proliferación de estos compuestos en los cereales, como son:
La implantación de Buenas Prácticas Agrícolas
El uso de antifúngicos
El control del almacenamiento y de la temperatura
Pese a ello, hasta la fecha es altamente probable y evidente con pruebas analíticas, que los cereales siguen contaminados con diferentes micotoxinas, por tanto, el riesgo cero no existe.
De hecho, lo habitual es encontrar varios tipos de micotoxinas que tienen sinergismo (Dilkin et al.) y efecto acumulativo (Harvey et al.), afectando a los animales en la ganancia de peso de manera significativa.
El impacto de las micotoxinas en producción animal está influenciado por:
El tipo y concentración de toxinas presentes en el alimento balanceado
El período de exposición
La edad y especie animal
El estado nutricional y de salud
Pueden producirse:
En el campo
En el transporte
En el almacenamiento
Las micotoxinas son invisibles macroscópicamente; normalmente no aportan cambios al sabor u olor y esto las confiere en peligrosas, muy peligrosas.
Hay que añadir que desde hace años no se llevan a cabo técnicas analíticas desarrolladas y estandarizadas para localizar micotoxinas enmascaradas.
Cosechas
Estas toxinas causan importantes pérdidas económicas a los agricultores y reducen el valor de los alimentos contaminados.
Como ejemplo, en EE.UU., el costo económico debido al efecto de tres micotoxinas (aflatoxinas, fumonisinas y deoxinivalenol) se estima en USD900 millones por año (Desjardins et al., 2003).
Mitchell et al. (2016), van más allá y calculan que sólo con aflatoxinas se podrían perder en la industria del maíz hasta USD 1.680 millones anuales en EE.UU., debido a que el cambio climático podría causar una contaminación más regular por aflatoxinas como se experimentó en 2012.
Nutrición
Las pérdidas estimadas de energía metabolizable en el maíz debido al crecimiento de moho varían del 5% al 25% dependiendo de la especie de moho involucrada (Bartov et al., Tindall).
La presencia del hongo también puede afectar el rendimiento, al desfavorecer a las bacterias beneficiosas presentes en el tracto intestinal de todas las especies de ganado (Clinical Veterinary Advisor, 2013).
Según Han et al. las micotoxinas reducen hasta un 13% el valor nutritivo de la alimentación, incluso en concentraciones bajas.
Parámetros productivos
Los efectos en los animales tras la ingestión de estos compuestos fúngicos varían desde una enfermedad aguda, manifestada con alta morbilidad y muerte, hasta una disminución crónica de la resistencia a los patógenos y una reducción de la productividad (Bryden et al., 2012, Oswald et al., 2005).
Existen numerosos estudios que contabilizan las pérdidas productivas en animales.
Las ocratoxinas y aflatoxinas fueron las micotoxinas con mayor impacto sobre la ingesta de alimento y el crecimiento de las aves, reduciendo la ingesta de alimento en un 17 y 11%, respectivamente, y la ganancia de peso en un 20 y 11%, respectivamente.
La mortalidad fue 8,8 veces mayor en los grupos que recibieron dietas con desoxinivalenol.
Las micotoxinas también se relacionaron con un aumento del peso relativo:
Franceschi et al. (2018) comprobaron las consecuencias de las micotoxinas sobre el rendimiento productivo de los cerdos en crecimiento; recopilaron información de 7.743 animales, publicada en 72 artículos científicos desde 1980 hasta 2015.
Los cerdos desafiados por micotoxinas redujeron:
Podemos concluir que se esperan pérdidas en las respuestas de rendimiento y empeoramiento de la eficiencia nutricional para los cerdos en crecimiento expuestos a micotoxinas.
Tracto Gastrointestinal
El tracto gastrointestinal está estrechamente ligado al sistema inmunológico y se estima que hasta el 70% de las defensas inmunitarias del organismo se localizan en el intestino. La mayoría de los datos reportados de las micotoxinas, si no todos, son negativos en términos de salud intestinal; donde las bacterias beneficiosas o saprófitas se eliminan a medida que se produce un crecimiento del patógeno intestinal.
Sistema Inmune
Está constatado que estas toxinas inmunodeprimen a los animales. En una revisión de Grenier y Applegate (2013) demuestran que las micotoxinas en niveles comúnmente detectados pueden impactar a los animales en la:
Según Andretta et al. (2012) en un estudio con pollos de engorde, comprobaron que las micotoxinas redujeron:
La concentración de proteína total en sangre fue un 18% menor en los pollos desafiados por aflatoxinas en comparación con los no desafiados.
Teniendo en cuenta las graves pérdidas ocasionadas por las micotoxinas, resulta de vital importancia el empleo de secuestrantes, siendo necesario un adsorbente de amplio espectro.
Con la línea de secuestrantes enzimáticos FINTOX, podrá adsorber y biotransformar las micotoxinas habituales en producción animal gracias a sus características fisicoquímicas, formando complejos irreversibles, no digeribles con las micotoxinas a nivel gastrointestinal y disminuyendo su adsorción independientemente del pH intestinal, para luego ser excretados en las heces.
FINTOX incorpora antioxidantes naturales que neutralizan los radicales libres generados en las intoxicaciones por micotoxinas. Además, contiene fitobióticos y nutracéuticos que reparan los daños ocasionados por las micotoxicosis (daño hepático, inmunosupresión, inmunomodulación de la microbiota saprófita).
Jesús Megías Valencia Médico Veterinario –
Liptosa [email protected]
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