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En producción porcina existe un innegable interés por el índice de transformación y los crecimientos, por lo que encontramos un gran número de trabajos científicos muy vinculados a la estabilidad del sistema digestivo porcino (Jean Paul et al, 2007; RT Zijlstra, et al, 2010; JE Lindberg et al, 2014; Knudsen, et al, 2012; M Choct et al, 2009).
Actualmente, ante el dilema suscitado por las restricciones medicamentosas en piensos y la nueva generación de alternativas a los antibióticos que nos envuelven, pensamos que un principio ha de estar muy claro:
«La NUTRICIÓN debe ser la piedra angular para conseguir el éxito en una salud animal, sea cual sea la edad o fase productiva en la que trabajamos y para prevenir/revertir un problema clínico. Es el recurso esencial para llegar a nuestro objetivo productivo.»
Debemos tener siempre en cuenta el perfil animal al que nos vamos a enfrentar:
Tal puede ser el caso de las diarreas neonatales y/o en el postdestete, donde los requerimientos nutricionales de los animales enfermos podrían marcar los ratios productivos.
› Y ya que es posible que el caso de los animales subclínicos pase desapercibido, deberemos remarcar estrategias nutricionales o modelos de trabajo, que permitan controlar la salud intestinal de todos los animales en su conjunto.
En cualquier caso, parece claro que una formulación correctamente balanceada nos permitirá un óptimo desarrollo fisiológico, una mayor inmuno-activación del propio animal.
El objetivo no es que, por ejemplo, un percentil 20 de los animales con peso más bajo en un destete superen fácilmente la media de peso del grupo al final de la transición, sino que podamos promover una situación sanitaria que revierta situaciones de transferencia horizontal de enfermedad o de baja productividad.
Podremos mejorar:
En Nutrika se ha realizado durante el primer semestre del 2016, un sondeo nacional en explotaciones de cerdas reproductoras (más de 20.000 cerdas) sobre la salud intestinal y su relación con las prácticas de nutrición, llegandose a la conclusión de la necesidad de replantear nuevas estrategias nutricionales y zootécnicas al uso de las ¨medicaciones metafilácticas¨ estandarizadas, como aspecto clave en salud intestinal y eficiencia nutricional, que permitirá implantar mejores programas sanitarios y de alimentación, con mejores rendimientos productivos.
En las diarreas, los signos más comunes encontrados durante el sondeo, han sido:
Este cuadro causa una atrofia de las vellosidades y, en consecuencia, produce un adelgazamiento de la pared intestinal (Magrama, 2014), lo que conlleva:
Una cadena de resultados casi exponenciales, contrastados con una tendencia de control casi lineal:
Las definiciones más típicas (o utópicas, según el caso) de salud intestinal, encontradas, nos la describen como ¨efectiva digestión y absorción del alimento, con ausencia de enfermedad a lo largo del tracto intestinal, una microbiota estable, un status sanitario e inmunológico efectivo.
En contraste todo ello resulta muy complejo de visualizar en la realidad: resultados del sondeo (con más de 20.000 cerdas reproductoras) muestran que, en más del 57% de las explotaciones, es posible evitar que un lote de lechones, comiendo pienso pre-starter, obtenga una morbilidad digestiva mayor al 50% durante toda la fase quitando la medicación (tilmicosina o colistina, entre otros) tan solo balanceando la formulación.
«Por nuestra experiencia, creemos necesario pensar en un complejo de patógenos a nivel de digestivo, donde podremos seleccionar la etapa productiva, diseñar, implantar e implementar diferentes estrategias, marcadas en esencia hacia qué patógenos es prioritario trabajar y contra qué otros es necesario prevenir.»
Un consumo de pienso al destete por debajo de lo óptimo, puede comprometer la función de la barrera intestinal.
Anorexia postdestete (reversible o no) compromete la función de barrera del intestino con un bajo consumo de alimento, ya que aumenta el número de linfocitos y células infiltradas en el epitelio, provoca una respuesta inflamatoria transitoria (sobre regulación de, por ejemplo, IL-1b, IL-6, TNF-a) y disminuye la resistencia del tejido epitelial.
Se han realizado estudios muy interesantes mediante técnicas de biología molecular (Roca et al, 2008) sobre la composición de la microbiota del tracto digestivo de cerdos y los cambios que se producen en ella en las diferentes etapas de producción, observándose incluso que mediante la incorporación de butiratos sódicos, se incrementaba la diversidad bacteriana en los tramos más distales del digestivo, pero que mediante los extractos de plantas esto no pasaba.
Así pues, resulta evidente que usando recursos como microbiologías, serologías, etc., podemos obtener una ¨foto¨ de la población animal desafiada, sobre qué perfil nutricional y patogénico nos enfrentamos y, como consecuencia, elaborar un árbol de decisiones que nos permita definir objetivos alcanzables y obtener resultados con coste asumible.
En la siguiente fotografía (Ramis et al, 2009), vemos de forma estimada cómo diferentes patógenos aparecen según la edad o fase del animal. De modo que, sabiendo cuándo los signos clínicos son más evidentes y cuándo es posible que esté pasando la infección, podemos rediseñar nuestras propias estrategias prácticas a fin de poder ser preventivos, limitantes o sintomáticos.
Existen múltiples factores limitantes que se vinculan a una enfermedad, ya sea del sistema digestivo como del respiratorio, y por ello, cuando hablamos de salud intestinal nos orientamos dentro del Complejo Digestivo Porcino, porque el animal aparentemente puede estar afectado por un patógeno principal (Brachispyra, Lawsonia, Clostridium, entre otros) bastante tedioso de eliminar, y sus síntomas le predisponen a una merma nutricional e inmunológica (la famosa ¨puerta de entrada¨ a otras enfermedades).
Frente a esta situación, lo más adecuado es establecer una líneas de trabajo, que puedan ayudar a establecer un control práctico de patógenos a través de la nutrición y controlar las pérdidas ocasionadas por la falta de aprovechamiento del alimento.
Debemos recordar que existen algunas diferencias DESTACADAS entre antibióticos y alternativas a estos:
La Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) en mayo de 1999 anunciaba que “cada administración de antibiótico es considerada una oportunidad para el desarrollo de una resistencia”.
Además, la sensibilidad a la colonización por parte de los microorganismos patógenos en las paredes intestinales puede verse incrementada al haberse alterado la flora intestinal con el uso continuado de los APC (Barrow, 1978).
El modo en el que actualmente Nutrika trabaja para estabilizar desórdenes productivos-sanitarios en las explotaciones e implantar un control efectivo de las dependencias a determinadas moléculas farmacológicas, se basa principalmente en:
CONTROL VERTICAL DE LAS ENFERMEDADES
Con efecto inmuno-modulador de madre a descendencia desde la gestación, a través del parto y de la lactación, llegando a nivel glandular mamario en la cerda (calostro y lactación).
Vía pienso en animales pregestantes (reposición) y gestantes (periparto – lactación) se consigue mayor concentración de IgG’s, siendo un recurso eficiente para el control de problemas en primeras semanas de vida de los lechones. O incluso en programas sobre cerdas contra Endotoxemias, diabetes gestacional, etc.
CONTROL HORIZONTAL DE LAS ENFERMEDADES
Con efecto barrera entre animales de la misma edad y fase productiva). Inclusiones vía pienso a ppm iguales o menores que los antibióticos premix (colistinas, tilmicosinas, lincomicinas, etc.) que permiten frenar aquellos problemas clínicos y subclínicos (estreptocócicos, colibacilares, endotóxicos, enterotoxémicos, etc.) que causan mayor inmunodepresión de los animales y mermas productivas.
Los trabajos que se desarrollan en Nutrika, están diseñados para implementarse de forma rápida y eficaz en las explotaciones, con el objetivo de:
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