La Organización Mundial de Sanidad Animal, OMSA, define bienestar animal como “el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en que vive y muere” y eso es válido para cualquier tipo de explotación, independientemente de las particularidades socioeconómicas y diferencias en los sistemas productivos de los países del mundo.
Roberto Becerra Olmedo es médico veterinario especialista en inocuidad alimentaria, sistemas de aseguramiento de calidad, sanidad animal y requisitos de exportación y bienestar animal.
Ha desarrollado su perfil de especialista en bienestar animal en sistemas productivos a través de una gran cantidad de formaciones nacionales e internacionales.
Diplomado en innovación por la Universidad Católica de Chile y Máster en Etología y Bienestar Animal por la Universidad Mayor.
Consultor internacional para empresas en Francia, Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Uruguay, Argentina, Perú y Chile.
Miembro del grupo ad hoc para la elaboración de recomendaciones de bienestar para gallinas ponedoras de la OIE.
Fundador y presidente de la Asociación Chilena de Bienestar Animal, la primera ONG de Latinoamérica que trabaja para apoyar a productores y organismos públicos en la implementación de estándares de bienestar animal y la difusión del mismo.
Hoy por hoy, considerado uno de los pioneros en la difusión del bienestar animal con una mirada productiva.
La Organización Mundial de Sanidad Animal, OMSA, define bienestar animal como “el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en que vive y muere” y eso es válido para cualquier tipo de explotación, independientemente de las particularidades socioeconómicas y diferencias en los sistemas productivos de los países del mundo.
En Latinoamérica, el concepto de bienestar animal ha estado penetrando fuertemente en los últimos 20 años, especialmente en los países exportadores, que en un principio tuvieron que ir implementando requisitos de bienestar animal para exportar, pero, con el paso del tiempo, se ha vuelto parte de las políticas de las empresas, especialmente en avicultura, explotaciones porcinas y un poco más tarde en las explotaciones de ganado vacuno.
Lamentablemente, en Latinoamérica la distribución del ingreso económico es la más desigual de todo el mundo, lo que hace necesario contar con fuentes de alimento que sean baratas y con alta calidad.
Dado lo anterior, los ganaderos están obligados a producir proteína animal de la forma más eficiente y económica posible, para poder ofrecer al consumidor una fuente de proteínas de alto valor biológico a precios asequibles.
Por otra parte, los consumidores cada vez están más informados y se están preocupando por el origen y las condiciones de vida de los animales de donde provienen los productos que adquieren.
Un estudio de hábitos de los consumidores de la World Animal Protection, señaló que el 78% de los consumidores latinoamericanos estarían interesados en adquirir productos con bienestar animal, siempre y cuando estén al mismo precio y disponibles en los supermercados.
Hoy por hoy, los productos que cuentan con certificación de bienestar animal, especialmente los huevos, tienen un valor que supera en 3 veces el valor normal del mismo producto sin certificación, lo cual convierte los productos certificados en productos elitistas que solo los pueden adquirir consumidores de los percentiles más ricos.
Las producciones ganaderas de Latinoamérica se encuentran en una situación muy heterogénea con relación al cumplimiento de las exigencias y recomendaciones de bienestar animal internacionalmente reconocidas. Tenemos países y empresas con alto nivel de cumplimiento, que exportan a mercados muy exigentes y por otra parte tenemos explotaciones locales que cumplen escasamente la legislación local.
En cambio, en Europa, al poseer una legislación bastante robusta en esta materia, hace que todos los productores al menos cuenten con un nivel base bastante bueno.
Justamente, dada por esa heterogeneidad de legislación y de diversidad de empresas, es necesario partir con un trabajo que pueda ser cumplido por la mayoría de las empresas y no partir por altas exigencias, que lo único que lograrían es crear anticuerpos por parte de los productores y además encarecería el producto final.
El concepto de democratización del bienestar animal que estoy trabajando tiene que ver con esto.
Es la respuesta a cómo implementar bienestar animal, mejorando las condiciones de los animales, pero que el productor logre, a través de un retorno en producción, los beneficios de implementación de bienestar animal.
A su vez, que los productos finales que llegan al consumidor estén garantizados y no tengan un sobreprecio frente a otros productos que no tienen certificación.
Los consumidores latinoamericanos cada vez están más informados y buscan atributos de valor para los productos que consumen. Pese a esto, en la decisión final de compra es el valor del producto el que predomina.
Ahora, si al consumidor latinoamericano le ofrecemos en un anaquel dos productos de similares características al mismo precio, en donde uno cuenta con atributos destacados sobre bienestar animal, como una certificación, el consumidor se inclinará por este producto.
Es esta decisión la que está impulsando al sector productor pecuario a implementar sistemas, cumplir requisitos y recomendaciones y finalmente certificarse en bienestar animal.
Existen innumerables estudios y experiencias que avalan lo beneficioso que es para los sistemas de producción animal implementar estrategias para mejorar el bienestar de los animales.
Entre estos beneficios podemos destacar una mejora sustancial en la producción y el retorno económico, un mayor compromiso por parte de los trabajadores al desempeñar su labor en un ambiente en donde se respete a los seres vivos, mejora la imagen de la empresa ante la opinión de sus clientes, ayuda a anteponerse a las exigencias de los clientes y a cumplir con los requisitos legales en la materia.
Muchas veces los productores se obnubilan ante la gran cantidad de requisitos que deben tomarse en cuenta, en todos los procedimientos que deben implementar y en todas las inversiones que deben hacer, lo cual genera una paralización y la sensación de no saber para donde dirigir los esfuerzos.
Para ayudar a los productores hemos diseñado un plan de 10 etapas (Figura 1) para pasar de no tener nada en bienestar animal hasta llegar a un plan comunicacional para los clientes.
Figura 1. Etapas principales en la implementación para la certificación en Bienestar Animal.
La metodología de la certificación WELFCERT® considera 9 áreas de evaluación entre las que podemos destacar: Alimentación, Infraestructuras, Capacitaciones, Comportamiento de los animales, Evaluación administrativa y de las políticas de la empresa, Registros, Evaluación de parámetros ambientales, Salud y Evaluación de parámetros directos de bienestar animal.
Cada una de estas áreas es evaluada de forma independiente con una lista de chequeo que considera más de 180 ítems con puntaje según el impacto que tiene en el bienestar de los animales.
Considerando aspectos como dolor, incomodidad, espacio, etc. También se otorga puntaje adicional si la empresa utiliza métodos alternativos a las mutilaciones, marcaje, o productos que intrínsecamente mejoren el bienestar de los animales.
La figura 2 señala una parte de todos los aspectos que tienen influencia en un mejor o peor bienestar en los animales, como verán son muchísimos los factores en los cuales deberíamos fijarnos para evaluar el bienestar de los animales.
Adicionalmente, es importante destacar que el bienestar de los animales no se puede medir directamente, se deben utilizar indicadores que son parámetros que aportan información sobre el bienestar y que pueden ser directos, si se miden en el animal, o indirectos, si se miden en el ambiente.
Figura 2. Aspectos con incidencia sobre el bienestar animal.
Lo más importante es que la evaluación de bienestar animal debe llevarse a cabo de forma multidimensional, es decir, utilizando muchos indicadores en muchos aspectos que abarquen la mayor parte de las áreas que podría afectar a los animales.
Para ordenar esta gran cantidad de información que tengo que recolectar y después usar para hacer una correcta evaluación, lo mejor es recurrir a protocolos de evaluación de bienestar animal que están disponibles.
Implementar prácticas de bienestar animal es fundamental para lograr una producción ganadera sostenible y eficiente. Por ejemplo, tener productos pecuarios de mejor calidad, reducir las pérdidas por mortalidad o decomisos, menos uso de medicamentos veterinarios, aumentar el ciclo productivo de los animales…, derivan en un uso más eficiente de los recursos y menor impacto al ambiente.
Los beneficios directos de sistemas que cuentan con planes de bienestar animal implementados tienen menor mortalidad de animales, menos daños en las canales por presencia de enfermedades, daños o lesiones por golpes, lo que se traduce en una menor pérdida de proteína animal, menor presencia de problemas metabólicos en las carnes y mejores oportunidades comerciales.
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