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En el ganado vacuno lechero, el calcio desempeña un papel esencial en funciones biológicas críticas como la contracción muscular, la coagulación sanguínea y la transmisión nerviosa. Sin embargo, durante el inicio de la lactación, cuando la demanda de este mineral se dispara, pueden producirse desequilibrios que comprometen la salud de las vacas, especialmente en forma de hipocalcemia o “fiebre de la leche”.
Esta alteración metabólica, que se manifiesta cuando la concentración de calcio sérico cae por debajo de 8 mg/dL, se presenta con mayor frecuencia en vacas adultas en el periparto. La insuficiente movilización del calcio desde los huesos, sumada a una limitada absorción intestinal y excreción renal inadecuada, puede desencadenar este síndrome clínico que reduce significativamente el rendimiento y bienestar de los animales.
El calcio circula en sangre en tres formas principales: una fracción ionizada, fisiológicamente activa y responsable de entre el 50% y 60% del total; otra unida a proteínas, sobre todo a la albúmina; y una tercera ligada a compuestos como fosfatos o ácido láctico. Las fluctuaciones en los niveles de albúmina pueden inducir errores en la interpretación de los niveles totales de calcio, por lo que el monitoreo del calcio ionizado es clave para una evaluación precisa.
El reto en la prevención de la hipocalcemia radica en garantizar un equilibrio constante de este mineral mediante estrategias integrales que incluyan el ajuste de la dieta en el preparto, el uso de suplementos orales o inyectables de calcio y un manejo adecuado de los niveles de potasio y fósforo en la ración. La implementación de programas nutricionales específicos permite reducir la incidencia de esta patología, favoreciendo un inicio de lactación más saludable y eficiente.
Desde el Departamento de Patología Animal del IBADER, en la Facultad de Veterinaria de Lugo (Campus Terra, Universidad de Santiago de Compostela), expertos como Elena Niceas y Joaquín Hernández subrayan la importancia de combinar conocimiento clínico y nutricional para anticiparse a este trastorno metabólico. La prevención no solo mejora la salud de las vacas, sino que optimiza la productividad y rentabilidad de las explotaciones lecheras.
Para los profesionales del sector, entender los mecanismos del metabolismo cálcico es fundamental para diseñar estrategias efectivas que minimicen riesgos y promuevan el bienestar animal.
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